domingo, 1 de febrero de 2015

Cartas desde Iwo Jima (Letters from Iwo Jima, 2006) de Clint Eastwood

Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Rodada íntegramente en japonés, la película ofrece la versión nipona de la batalla de Iwo Jima, el episodio más cruento de la guerra del Pacífico, en el que murieron más de 20.000 japoneses y 7.000 estadounidenses. El objetivo de la batalla para los japoneses era conservar un islote insignificante, pero de gran valor estratégico, pues desde allí defendían la integridad de su territorio. El mismo año, Eastwood dirigió también ''Banderas de nuestros padres'', que narra la misma batalla desde el punto de vista norteamericano. La versión japonesa muestra cómo el general Tadamichi Kuribayashi (Ken Watanabe) organizó la resistencia a través de un sistema de túneles.


Eastwood en Cartas desde Iwo Jima cierra su díptico desmitificador de la II Guerra Mundial, ese desgraciado acontecimiento que ha servido durante años a muchos “artistas” estadounidenses para construir sus retratos propagandísticos y belicistas de la labor estadounidense en la guerra. Dada la enorme cantidad de cine bélico estadounidense exageradamente patriotero, como la sobrevalorada Salvar al soldado Ryan, resulta agradable encontrar un film con una mirada mucho mas sensata ante el susodicho acontecimiento.

Cartas desde Iwo Jima se aleja del estúpido maniqueísmo que caracteriza muchos films bélicos y presenta soldados humanizados, ni buenos ni malos ni héroes ni villanos, personas con una vida, un pasado y un presente, que se enfrenta a una muerte segura. El bando japonés queda representado con todos sus claroscuros: los comandantes retrógrados, la excesiva jerarquización y autoritarismo del ejército, pero también los comandantes comprensivos y próximos al soldado, las amistades de la guerra, la lucha por la familia, etc.


Tal vez uno de los mayores aciertos de Eastwood fue utilizar una fotografía oscura y situar la mayor parte de la acción en los túneles, dándole una atmósfera asfixiante y opresiva. Además, esto último combinado con la trama estructurada en torno a las cartas que los soldados escribieron a sus familiares, así como los flashbacks situados fuera de la guerra, tiñen la película de un dramatismo especial que no resulta nada artificial.


El mayor defecto de la obra son sus secuencias de acción que, aunque no son el epicentro de la obra, no están filmadas con la misma lucidez de otras películas bélicas de la misma época, como la ya mencionada Salvar al soldado Ryan o la excelente La delgada línea roja. El desembarco de Normandía de la primera o la batalla de la colina de la segunda son secuencias que se quedan en la retina, mientras en la obra de Eastwood ninguna batalla destaca especialmente. Esto lastra un poco la obra, aunque en ningún momento llegue a resultar molesto.


En definitiva, un película notable, emocionante y muy entretenida, aunque no resulte redonda del todo.

8/10


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