Abril
de 1943, en plena Segunda Guerra Mundial. Fontaine, un joven de 27
años miembro de la Resistencia francesa, que lucha contra la
ocupación nazi, es encarcelado
y condenado a muerte. Fontaine decide escapar de la cárcel y elabora
un complicado plan para ello.
El
particular estilo de Bresson, un cineasta ascético, que utiliza
actores no profesionales, “modelos”, a los que despoja de toda
emoción y da al sonido un papel fundamental, una historia como esta,
situada en la prisión, le va como un guante. Esta forma de filmar le
da la película esa atmósfera opresiva y desesperante que necesita,
de forma que constituye un potente retrato de lo que significa estar
preso.
El
uso que hace del sonido es brillante, utilizándolo de forma
expresiva y también para orientar la narración y nuestra atención.
Aún con el tempo lento y el ascetismo de la película, esta consigue
crear tensión y mantener el interés, sobretodo gracias a la
atmósfera que construye.
Bresson,
un católico reconocido y artista religioso, dota el film de un
optimismo esperanzador propio de su fe. Para mi particular visión,
Un condenado a muerte se ha escapado se trata de un relato
sobre la fe, la esperanza y de su capacidad para guiar a las personas
hacia la libertad. Bresson sitúa la acción en la ocupación nazi de
Francia, momento en que occidente perdió la fe ante la ausencia de
Dios, que permitía que se produjesen hechos tan atroces como el
holocausto. Esta situación de la religión en el momento tiene
ciertos paralelismos con el vecino de Fontaine, un preso que no se
comunica con nadie. Pero Fontaine es obstinado y tras insistir micho,
es capaz de comunicarse con él y entablar una amistad que le ayudará
a alcanzar la libertad.
Se
hacen continuas alusiones al catolicismo, uno de los personajes
secundarios que ayudan a Fontaine es un sacerdote, la única música
que se utiliza es una misa de Mozart, además de la cita que da
inicio al film. Fontaine además es el único personajes que mantiene
la esperanza de escapar, es el único que tiene fe en si mismo. Pero
tampoco se trata de una esperanza individual, sino que es gracias a
sus compañeros que es capaz de escapar y su fuerza de voluntad da
esperanzas a los demás. La aparición de Jost es casi propia de eso
Dios desafiante de la Biblia, que pone retos a sus creyentes para
demostrar su fe. Fontaine duda de la fiabilidad de Jost, que puede
ser un espía, de forma que duda entre huir con él o matarlo. Al
final decide huir con él y, durante la huida, Fontaine destaca que
si no fuera por él habría sido imposible escapar de la prisión.
La
fe, la esperanza y la bondad premian al protagonista con la libertad,
dando así ejemplo y esperanza a los demás presos y desmintiendo la
supuesta ausencia de Dios. Bresson construye un discurso religioso y
esperanzador que, aunque no comparto, resulta justo reconocer la
profundidad y complejidad con la que dota su film, que además está
realizado con muy buena mano.
9/10
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