jueves, 5 de febrero de 2015

Ida (ídem, 2014) de Pawel Pawlikowski

Polonia, 1960. Ida, una joven novicia que está a punto de hacerse monja, descubre un oscuro secreto de familia que data de la terrible época de la ocupación nazi.


Con Ida Pawel Pawlikowski filma una película sobre el choque con la vida real, la pérdida de la inocencia, el reencuentro con los propios orígenes, el enfrentamiento entre la vida dedicada a la religión y los placeres de la libertad y la definición de la identidad. Todo ello es tratado con una trama sencilla, corta y con un ritmo pausado pero fluido.

Una enorme Agata Kulesza pone el acento dramático mediante su trama secundaria, que enriquece la trama mediante la búsqueda de sus orígenes, mucho más impactante para ella que conoció a sus familiares, mientras que Ida solo siente frialdad y lejanía hacia aquellos familiares que sólo lo son de apellido y que ni conoce ni conocerá jamás.


El segundo acto del film, tras la presentación de las dos protagonistas, es el más largo por diferencia y nos introduce sutilmente a las perturbaciones existencialistas de Ida, que evoluciona más lentamente que su tía, la cual marcará el clímax del segundo acto y inicio del tercero, protagonizado en su totalidad por Ida. Tras el potente golpe de efecto que finaliza el segundo acto se inicia un tercero que expone el resultado de todo éste viaje sobre las convicciones y la personalidad de Ida, construyendo una recta final con una carga dramática potente aún con su ritmo pausado, finalizando el film de forma redonda.


La trama se encuentra muy bien hilada y consigue exponer de forma sutil pero clara todos los temas que pretende abarcar, aunque se echa de menos algo más de profundidad. Lejos de lo que pueda parecer por su estética y aparente profundidad, no se trata de un Bergman o un Tarkovski, pero aun así esta por encima de la gran mayoría de obras que se han estrenado durante estos últimos años.

Ida posee una fotografía exquisita, situando el punto de interés casi siempre en un extremo inferior. Resulta curioso constatar el parecido de la trama de Ida con Viridiana, aunque ésta no se preocupe por criticar la iglesia o la religión, tema ya muy manido y al que ya poco se puede aportar.


Ida es un película profunda, muy bien hilada, narrada y fotografiada. En definitiva, toda una joya de nuestro tiempo.


9/10


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