viernes, 27 de febrero de 2015

39 escalones (The 39 Steps, 1935) de Alfred Hitchcock

Richard Hannay está en un music-hall londinense. De repente, suena un disparo y comienza una pelea. En medio del tumulto, una chica asustada le pregunta si puede ir con él. Richard accede y la lleva a su apartamento...


Nunca he sido un entusiasta de Hitchcock, pero nunca me habia decepcionado tanto como con 39 escalones, supuesta cumbre de su etapa británica junto con The lady vanishes. Me ha parecido absurda, incoherente y muy lejana a la maestría narrativa del mejor Hitchcock.

Resulta incoherente debido a los múltiples agujeros en el guión, problema muy serio tratándose de un thriller. Al principio del film, cuando la mujer que acoge en su casa le cuenta todo a Richard por las buenas y a la primera, ya se nos hace un poco absurda, pero luego, cuando es asesinada por los espías con una pista en la mano y dejándola en la habitación de Richard, la suma incoherencia está servida. Luego los espías pretenderán atrapar a Richard para silenciarlo, dado que ellos mismos le han dado una pista y es posible que la mujer le haya contado algo, pero no se les ocurre matarlo junto con la mujer, estando a pocos metros de él. Además, segundos después de asesinarla ya estan en la calle patrullando.


El final mismo resulta incoherente: quien sabe los secretos del gobierno se supone que está aliado con el malo, pero lo confiesa sin vacilar delante de todo el mundo, incluso delante del malo, que evidentemente le ataca y lo mata. En ningún momento se nos indica que ese hombre sea temerario y soberanamente estúpido.

No sólo la trama resulta absurda, sino también el personaje protagonista, al que no importa lo mal que se lo este pasando que siempre sonríe y se mantiene feliz como una perdiz, aunque sus enemigos lo hayan capturado y probablemente estén a punto de asesinarlo. Además, el uso de la cámara rápida en las escenas de acción ahora mismo resulta sonrojante.


Si las continuas incoherencias de la película nos impiden tomárnosla en serio, también contribuyen a ello unos excesivos toques humorísticos, inusualmente abundantes para ser una película de Hitchcock. No es que las películas de Hitchcock estén exentas de humor, pero en The 39 Steps el humor se le ha ido de las manos.

Tampoco estoy diciendo que todo en la película sea malo, el genio de Hitchcock está presente, pero solo a ratos. Es especialmente interesante la escena de la casa de campo con el granjero avaro y creyente extremista. Además, resulta interesante el paralelismo entre el principio y el final, anticipando una pista crucial, y sosteniendo la pista de la canción que se engancha en la cabeza del protagonista, que nos la insinúa durante toda la película. También me pareció curiosa una transición en que solapa el grito de la asistenta al encontrar el cadáver de la mujer y el pitido del tren que muestra la huida del protagonista.

Con todo, me ha parecido una película muy floja, decepcionante y muy sobrevalorada.


4/10


jueves, 26 de febrero de 2015

Un condenado a muerte se ha escapado (Un condamné à mort s'est échappé ou Le vent souffle où il veut, 1956) de Robert Bresson

Abril de 1943, en plena Segunda Guerra Mundial. Fontaine, un joven de 27 años miembro de la Resistencia francesa, que lucha contra la ocupación nazi, es encarcelado y condenado a muerte. Fontaine decide escapar de la cárcel y elabora un complicado plan para ello.


El particular estilo de Bresson, un cineasta ascético, que utiliza actores no profesionales, “modelos”, a los que despoja de toda emoción y da al sonido un papel fundamental, una historia como esta, situada en la prisión, le va como un guante. Esta forma de filmar le da la película esa atmósfera opresiva y desesperante que necesita, de forma que constituye un potente retrato de lo que significa estar preso.


El uso que hace del sonido es brillante, utilizándolo de forma expresiva y también para orientar la narración y nuestra atención. Aún con el tempo lento y el ascetismo de la película, esta consigue crear tensión y mantener el interés, sobretodo gracias a la atmósfera que construye.

Bresson, un católico reconocido y artista religioso, dota el film de un optimismo esperanzador propio de su fe. Para mi particular visión, Un condenado a muerte se ha escapado se trata de un relato sobre la fe, la esperanza y de su capacidad para guiar a las personas hacia la libertad. Bresson sitúa la acción en la ocupación nazi de Francia, momento en que occidente perdió la fe ante la ausencia de Dios, que permitía que se produjesen hechos tan atroces como el holocausto. Esta situación de la religión en el momento tiene ciertos paralelismos con el vecino de Fontaine, un preso que no se comunica con nadie. Pero Fontaine es obstinado y tras insistir micho, es capaz de comunicarse con él y entablar una amistad que le ayudará a alcanzar la libertad.


Se hacen continuas alusiones al catolicismo, uno de los personajes secundarios que ayudan a Fontaine es un sacerdote, la única música que se utiliza es una misa de Mozart, además de la cita que da inicio al film. Fontaine además es el único personajes que mantiene la esperanza de escapar, es el único que tiene fe en si mismo. Pero tampoco se trata de una esperanza individual, sino que es gracias a sus compañeros que es capaz de escapar y su fuerza de voluntad da esperanzas a los demás. La aparición de Jost es casi propia de eso Dios desafiante de la Biblia, que pone retos a sus creyentes para demostrar su fe. Fontaine duda de la fiabilidad de Jost, que puede ser un espía, de forma que duda entre huir con él o matarlo. Al final decide huir con él y, durante la huida, Fontaine destaca que si no fuera por él habría sido imposible escapar de la prisión.


La fe, la esperanza y la bondad premian al protagonista con la libertad, dando así ejemplo y esperanza a los demás presos y desmintiendo la supuesta ausencia de Dios. Bresson construye un discurso religioso y esperanzador que, aunque no comparto, resulta justo reconocer la profundidad y complejidad con la que dota su film, que además está realizado con muy buena mano.


9/10


miércoles, 25 de febrero de 2015

Locke (ídem, 2014) de Steven Knight

Ivan Locke (Tom Hardy) es un hombre que ha tenido que trabajar muy duro para alcanzar su sueño: llevar una buena vida. Sin embargo, un día, inesperadamente, recibe una llamada que lo echa todo por tierra. Desde ese momento tendrá que emprender una peligrosa huida contrarreloj.


Mantener toda la acción en un sólo escenario reducido durante todo el metraje es un recurso que siempre resulta atractivo, porque se lo pone difícil al cineasta para conseguir mantener el interés y construir una trama coherente y fluida, pero también dificulta llegar a cotas importantes de genialidad, ya que de hecho es un recurso que no aporta demasiado al contenido y sólo destaca por el reto que supone.

El personaje de Hardy, un hombre obsesionado con la responsabilidad, asume las consecuencias de un error pasado, de forma que arriesga a perder todo lo demás, trabajo y familia, sin dejar escapar dichas responsabilidades. Se trata de un personaje complejo, aquejado por su necesidad de cumplir con todos sus deberes a causa del odio que siente por su padre, el cual según parece era todo lo contrario. Resulta curioso constatar que, hasta cierto punto, padre e hijo se parecen cada vez más, pues Ivan Locke llega a destruir su familia y dañar emocionalmente a sus hijos por un conflicto personal e incluso, egoísta, pues lo hace simplemente para satisfacer su percepción de su mismo y de como debería ser para ganar simbólicamente a su padre. Al final de la película, Locke podría suponer para sus hijos lo mismo que el padre de Locke para él mismo.


Tom Hardy hace una interpretación brillante y destaca también la puesta en escena. Knight es capaz de mantener el ritmo y el interés aún con las limitaciones e incluso conseguir una fotografía verdaderamente envidiable. La banda sonora acompaña muy bien el desarrollo del film.

Interesante y entretenida.


7/10


martes, 24 de febrero de 2015

Annie Hall (ídem, 1977) de Woody Allen

Alvy Singer, un cuarentón bastante neurótico, trabaja como humorista en clubs nocturnos. Tras romper con Annie, reflexiona sobre su vida, rememorando sus amores, sus matrimonios, pero sobre todo su relación con Annie.


Con Annie Hall Woody Allen obtuvo el mayor reconocimiento de su carrera, ganó 4 Óscars (incluido el de mejor película) y aún ahora sigue siendo una de sus películas más recordadas junto con Manhattan, que realizaría dos años después. En esta películas encontramos ya todo aquello que caracteriza el cine del neoyorquino, abandonando el humor más absurdo de su primera etapa por uno más refinado y reflexivo, manteniendo ciertos toques fantásticos y surrealistas.


Todo el metraje del film esta lleno de reflexiones sobre las relaciones de pareja, el arte, la muerte, etc. siempre tratados con ligereza y humor inteligente, algo que desgraciadamente abunda poco en el cine de comedia. Allen mantiene dosis de humor constantes, recordando incluso al desenfreno de la comedia de los Marx. Además, no aparece en ningún momento del film esos toques dramáticos que abundarán en su cine posterior, o que llegarán a dominar todo el film (como en sus siguiente película, Interiores), tratándose, por tanto, de una comedia pura.


Woody Allen interpreta su típico personaje, el judío neurótico con problemas de pareja, obsesionado con su psicoanalista y enamorado del arte. Lo hace siempre de forma tan convincente que siempre me ha dado la sensación que se interpreta a si mismo, o una versión dramatizada de si mismo. Keaton también compone un personaje excelente, formando una pareja carismática.


El mayor problema de la película creo que esta en su fotografía y su banda sonora, nada destacables. De todas formas, se trata de una película excelente, una gran comedia.


9/10


domingo, 22 de febrero de 2015

La gran belleza (La grande bellezza) de Paolo Sorrentino

Viajar es útil, ejercita la imaginación. Todo lo demás es desilusión y fatiga. Nuestro viaje es enteramente imaginario. Ahí reside su fuerza. Va de la vida a la muerte. Personas, animales, ciudades y cosas, todo es inventado. Es una novela, nada más que una historia ficticia. Lo dice Littre, él no se equivoca nunca. Y además, cualquiera puede hacer otro tanto. Basta cerrar los ojos. Está en la otra parte de la vida”

En Roma, durante el verano, nobles decadentes, arribistas, políticos, criminales de altos vuelos, periodistas, actores, prelados, artistas e intelectuales tejen una trama de relaciones inconsistentes que se desarrollan en fastuosos palacios y villas. El centro de todas las reuniones es Jep Gambardella (Toni Servillo), un escritor de 65 años que escribió un solo libro y practica el periodismo. Dominado por la indolencia y el hastío, asiste a este desfile de personajes poderosos pero insustanciales, huecos y deprimentes.


La gran belleza es una película sobre el vacío, sobre la nada que tanto interesaba a Flaubert, o más bien sobre esos momentos perdidos entre la nada que dan sentido a la vida. La gran belleza es una película sobre Jep Gambardella, un hombre perdido entre fiestas, encerrado en Roma y rodeado de personajes huecos y tan vacíos como el mismo, que al cumplir 65 años decide dejar de llevarse por la mundanidad para dar libertad a su sensibilidad y buscar la gran belleza entre esa nada e inmortalizarla en su segundo libro.


No sólo Jep está sumido en esa nada, sino también muchos de los personajes que aparecen durante toda la obra: una falsa artista, una mujer que se cree comprometida con la sociedad, un artista fracasado e incapaz de encontrar aquello en lo que escribir, un joven perturbado y esclavo de las ideas de los grandes artistas, un cardenal aficionado a la cocina que parece saber bastante poco de lo espiritual, etc. Todo un elenco perfectamente elegido para encauzar el vacío existencial en el que esta sumido nuestro protagonista, brillantemente interpretado por Toni Servillo.


Rematado con una narración vistosa, siempre buscando la belleza en cada plano, y potenciada por una banda sonora perfectamente escogida, Sorrentino filma una de las mejores películas de los últimos años. La cita que da comienzo al film, y que también abre esta reseña, da mucho luz sobre el film, así como las últimas palabras de Jep:

Termina siempre así, con la muerte. Pero antes, hubo vida. Escondido debajo el bla, bla, bla, bla. Y todo sedimentado bajo los murmullos y el ruido. El silencio y el sentimiento, la emoción y el miedo. Los demacrados, caprichosos destellos de belleza. Y luego la desgraciada miseria y el hombre miserable. Todo sepultado bajo la cubierta de la vergüenza de estar en el mundo. Bla, bla, bla, bla. Más allá, está el más allá. Yo no me ocupo del más allá. Por tanto, que esta novela dé comienzo. En el fondo, es sólo un truco. Sí, es sólo un truco.”

Brillante, profunda y visualmente potente. Lo tiene todo.


10/10


sábado, 21 de febrero de 2015

Magia a la luz de la luna (Magic in the Moonlight, 2014) de Woody Allen

En la Francia de los años 20, durante la época dorada del jazz, un mago inglés (Colin Firth) está decidido a desenmascarar a una falsa médium (Emma Stone). Esto desencadenará una serie de hechos mágicos que sacudirán la vida de ambos.


Cumpliendo su compromiso de una película por año, este 2014 Woody Allen nos trajo Magic in the Moonlight, otra obra menor para la larga lista de películas que componen la filmografía del cineasta neoyorquino. Aún con lo irregular de la obra de Allen, siempre consigue entretener al espectador y hacerle reflexionar aunque sea un poco. Esta vez vuelve con una comedia ligera, lejos del humor de carcajada más propio de sus primeros films o de los mas desenfadados, pero también del dramatismo con el que a veces envuelve segmentos de sus películas, como recientemente hizo con Blue Jasmine.


Magia a la luz de la luna es la historia de un hombre amargado, pesimista y racionalista a la médula que se dedica a desenmascarar a falsos médiums cuyo único objetivo es estafar a la gente. Su incapacidad para explicar los supuestos poderes de la médium le devuelven la fe, la esperanza y el amor por lo misterioso, lo desconocido y lo irracional. Tras unos días de felicidad absoluta, pero falsa, cierta revelación lo devuelve a la realidad y a su antiguo temperamento huraño. Pero algo queda de esos ingenuos días, y ese nuevo romanticismo se manifiesta en su reconocido amor por la adivina (obvio desde el principio) que contradice la absoluta racionalidad con la que había escogido a su prometida.

Por tanto, Allen, con absoluta sencillez y ligereza, filma un alegato a ese romanticismo irracional tan propio de la creación artística que cubre la realidad de un manto de belleza que puede hacer feliz hasta el mas pesimista de los hombres. Dicho tema aparecía ya en una obra bastante superior del neoyorquino, Midnight in Paris.


En el apartado técnico, destacaria el vesturio y los escenarios, en el resto cumple sin más, como en las actuaciones, que de hecho tampoco daban para ninguna interpretación estelar. Interesante, entretenida y de fácil visionado. Esperemos que Allen vuelva a subir el listón este año con Irrational Man.


6/10


Whiplash (ídem, 2014) de Damien Chazelle

El objetivo de Andrew Neiman, un joven y ambicioso baterista de jazz, es triunfar en el elitista Conservatorio de Música de la Costa Este en el que estudia. Marcado por el fracaso de la carrera literaria de su padre, Andrew alberga sueños de grandeza. Terence Fletcher, un profesor conocido tanto por su talento como por sus rigurosos métodos de enseñanza, dirige el mejor conjunto de jazz del Conservatorio. Cuando Fletcher elige a Andrew para formar parte del conjunto musical que dirige, cambia para siempre la vida del joven.


Desde que el año pasado ganara el premio a mejor película y el premio del público en el festival de Sundance, Whiplash se ha hecho eco en todo el mundo y ha cosechado multitud de premios. La verdad es que no me extraña nada, se lo tiene bien merecido.

A priori Whiplash parece una película más de superación personal, con todos sus tópicos, y de hecho lo es, la diferencia radica en el cómo consigue el protagonista el objetivo, y en una narración y unas actuaciones verdaderamente memorables. La relación admiración-odio entre alumno y profesor esta perfectamente llevada, con unas actuaciones espectaculares, aunque, sin embargo, quien sale ganando es el enorme J.K. Simmons, dado que su personaje resulta mucho más interesante y complicado. Eso si, los personajes secundarios pecan de desdibujados y se nota demasiado que están hechos para encauzar la trama y propiciar la evolución del protagonista.


El punto fuerte de la película se encuentra en su narración. Chazelle consigue un ritmo fluido, sabe que teclas tocar en cada momento y es capaz de acelerar el ritmo consiguiendo potentes clímax. Excelente ejemplo de ello es el clímax final, lleno de tensión y fuerza. Esto lo consigue gracias al duelo interpretativo, a sus personajes bien construidos, interesantes y perfectamente actuados, a una labor prodigiosa de montaje de Tom Cross y a su evidentemente potente banda sonora.


Aunque sea tópica y poco profunda, se trata de un gran flim perfectamente narrado. Entretenimiento de primera categoria.


8/10


viernes, 20 de febrero de 2015

Magical Girl (ídem, 2014) de Carlos Vermut

Luis (Luis Bermejo), un profesor de literatura en paro, trata de hacer realidad el último deseo de su hija Alicia (Lucía Pollán), una niña de 12 años, que padece un cáncer terminal: tener el vestido oficial de la serie japonesa de dibujos animados "Magical Girl Yukiko". El elevado precio del vestido llevará a Luis a poner en marcha una insólita y oscura cadena de chantajes. En estas circunstancias, conoce a Bárbara (Bárbara Lennie), una atractiva joven que sufre trastornos mentales, y a Damián (José Sacristán), un profesor retirado con un tormentoso pasado. Los tres quedarán atrapados en una oscura red, en la que instinto y razón entran en conflicto.


La última película de Carlos Vermut, ganadora de la Concha de oro y gran favorita del año entre los cinéfilos del país, se convirtió en la injusticia del año en los Goya para dicho sector del público. Levantadas las expectativas, sólo puedo expresar la profunda decepción que me ha supuesto su visionado, que me ha dejado frío e indiferente.

La trama funciona, como evidentemente simboliza cierta escena con Damián, como un puzzle al que le falta una pieza, o varias. En esto se basa lo innovador, rompedor y arriesgado de la propuesta, algo loable y que entiendo a quien le interese o atraiga, pero a mi solo me ha frustrado. Se supone que tu mismo debes completar el puzzle con tu propia imaginación, pero dado que todas las soluciones son correctas e incorrectas, al final da un poco igual lo que tu mismo pienses de ella, pues cualquier otra idea seria igualmente válida. I no ayuda el poco interés que levanta la trama y los personajes.


Poco después de empezar queda claro que Vermut juega a dejar sin explicar ciertos elementos y mantener el misterio, como el caso de la enfermedad de Bárbara, su pasado con Damián, los “poderes mágicos” de Bárbara, el contenido de ciertas puertas, etc. Esto más que contribuir a mantener el misterio, lo destruye, ya que no te ves obligado a buscar la explicación, ya que de hecho no tiene. Simplemente no se sabe y toda explicación es válida.

Los personajes resultan interesantes y a la vez inverosímiles. Todos ellos coinciden con la descripción de cierto personaje de la naturaleza español, el conflicto entre razón y sentimiento, y la necesidad de ser una “Magical girl” con la capacidad de ponerse al lado de los demás para conseguir lo que se quiere. En efecto, todos los personajes manipulan, directa o indirectamente, a los demás poniéndose en su lugar y aprovechándose de su personalidad, interés o emociones. Desde Alicia hasta Damián, el cual hasta la escena final, con ese truco paralelo a la escena inicial, parecerá ser el único que solo es manipulado, pero su manipulación quedará fuera de relato. Se trata, a mi parecer, del punto más fuerte del film. Aún así, la conducta de los personajes me ha parecido inverosímil, parece casi confundirse esa naturaleza emocional con estupidez. El único pilar que sostiene ciertas decisiones son hechos pasados de los que no tenemos conocimiento, los que Vermut nos fuerza a inventar por nosotros mismos.


Vermut utiliza un tempo pausado, pero mantiene el interés mediante una trama no lineal, aunque de hecho lo sea bastante. La fotografia es correcta, en el apartado técnico destaca más en la banda sonora, bastante bien escogida. En definitiva, interesante pero decepcionante.


6/10


miércoles, 18 de febrero de 2015

El ángel borracho (Yoidore tenshi, 1948) de Akira Kurosawa

Después de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Crónica sobre la relación entre un gángster de la mafia japonesa ("yakuza"), enfermo de tuberculosis y el médico alcohólico que lo atiende.


Dos años antes de filmar Rashomon Kurosawa ya empezaba a dar muestras de su enorme talento con la notable El ángel borracho. La película trata uno de los temas más recurrentes del cine nipón, el honor y la ética, además de otro muy propio de Akira, los claroscuros del alma humana, y es que el cineasta nipón gustaba de matizar al máximo sus personajes, como hace de forma brillante con Matsunaga, interpretado por el siempre excelente Toshiro Mifune.


Matsunaga, un gángster enfermo de tuberculosis, traba una relación de amistad-odio con su médico, un hombre obstinado y con una moral de hierro que lucha por curar a todos sus pacientes, sean quienes sean, interpretador por un enorme Takashi Shimura. La vida de desenfreno de la yakuza podria llevarlo a la muerte, de manera que se refugia en su código de honor para poder recuperarse y conservar su lugar en la organización. La oportuna aparición en escena de Okada, excelentemente presentado mediante el hombre que toca la guitarra, provocará un conflicto entre el médico, que oculta a su esposa en la clínica, y la yakuza.


En el clímax de la película se produce el enfrentamiento de estos tres personajes, con el médico obstinado a defender a los suyos y Matsunaga enfermo y desengañado ante la verdadera naturaleza del código de honor de la yakuza. El sacrificio final, lleno de significado, nos recuerda eso de que puede aparecer una flor en medio de un estanque de podredumbre.

Destaca el uso reiterado de simbolismos, como el estanque, la música o la flor, así como la escena del sueño de Matsunaga. Ya se aprecian muchas de las características del cine del maestro nipón, como esa banda sonora “incompleta”, con la canción de Okada que habla de un asesinato, así como el uso del clima para construir la atmósfera. Aún así, Kurosawa aún no despliega todo su genio, aunque para eso queda poco.


El ángel borracho no falla en ningún apartado, pero tampoco se erige como una obra excelente, le falta algo. Obra menor, pero ya quisieran muchos cineastas llegar a hacer obras “menores” como las del maestro.


8/10


domingo, 15 de febrero de 2015

El precio del poder (Scarface, 1983) de Brian De Palma

Tony Montana es un emigrante cubano frío y sanguinario que se instala en Miami con el propósito de convertirse en un gángster importante. Con la colaboración de su amigo Manny Rivera inicia una fulgurante carrera delictiva con el objetivo de acceder a la cúpula de una organización de narcos.


En 1983 Al Pacino protagonizó una de las películas más icónicas de la historia de cine, considerada de culto y una obra maestra casi unánimemente, constituye para mí uno de los films más sobrevalorados de la corta historia del cine.

El mayor atractivo de Scarface es su alto contenido en violencia y su descaro, resultando excesiva y vulgar. La violencia no me parece un defecto, en sí misma, de cualquier película, pero si el hecho de construirla toda sobre esta y convertirla en su punto fuerte. El otro gran atractivo de El precio del poder es su protagonista; Tony Monatana, personaje singular como pocos, interpretado por un histriónico Pacino que, sin embargo, no es capaz de contagiar ninguna empatía. Esto no es debido a su carácter depravado y corrupto, pues muchos antagonistas de cine resultan mucho más empáticos que su contraparte “buena”, sino que es debido a lo exagerado de su conducta y personalidad, que se aleja demasiado de la realidad como para poder identificar-nos con él.


La puesta en escena no destaca demasiado, se producen escenas bastante sonrojantes, como los dos matones que esconden sus armas de una forma más que deficiente con una servilleta en un club. La trama avanza de forma irregular, sin levantar demasiado interés y incluso aburriendo durante unos a todas luces excesivos 163 minutos. Los personajes secundarios no resultan tampoco demasiado interesantes y no consiguen tampoco mantener el interés.


Scarface es, además, una película de su época, demasiado incluso, resultando ahora mismo totalmente desfasada. La banda sonora se lleva la palma, ochentera hasta decir basta, así como los escenarios y el vestuario, tan hortera que duelen a la vista. Tras un desarrollo soporífero e irregular Scarface termina de la forma más excesiva y estúpida posible, con un festival de violencia y acción absurdos con Tony Montana recibiendo más balazos que una diana de feria mientras se carga a medio cartel del narcotráfico con toda facilidad.


La película pretende ser una crítica al sueño americano, pero me da a mí que la mayor parte de su público se quedará más con la “molona” figura de su protagonista. Sobrevalorada y estúpida. Una pérdida de tiempo.

3/10


jueves, 12 de febrero de 2015

To the Wonder (ídem, 2012) de Terrence Malick

Neil (Ben Affleck), un norteamericano aspirante a escritor, y Marina (Olga Kurylenko), una madre soltera europea, se conocen en París y disfrutan de un momento de idilio en la isla francesa de St Michel, revitalizados por las sensaciones de estar de nuevo enamorados. Mirando a Marina a los ojos, Neil cree estar seguro de que ha encontrado a la mujer que puede amar con dedicación. Es por ello que le propone irse a vivir junto a su hija Tatiana (Tatiana Chiline) a los Estados Unidos. Pero cuando años más tarde, una serie de circunstancias personales y profesionales resquebrajan su relación, otra mujer aparece en la vida de Neil, con igual o incluso mayor fuerza: Jane (Rachel McAdams), una vieja amiga de la infancia.


Tras filmar la obra maestra El árbol de la vida, Malick vuelve a la gran pantalla con To the Wonder, una película sobre el amor y la incapacidad para encontrar a Dios. To the Wonder contiene todo lo que caracteriza el cine de Malick, una fotografia exquisita, una excelente banda sonora, reflexiones profundas, etc. Pero a diferencia de sus anteriores films, el conjunto no acaba de funcionar.


El peculiar estilo de Malick siempre oscila entre lo sublime y lo ridículo. En To the Wonder la línea que los separa es mucho más fina que en sus anteriores películas. El maestro de Texas prescinde casi totalmente de diálogos, abusando de la voz en off sobre sus características imágenes idílicas de la vida cotidiana. Esta falta de diálogos expone aún más lo improvisado y antinatural de muchas escenas. Los personajes resultan planos y desdibujados, la voz en off no ayuda a describir su vida interior y la falta de diálogos tampoco. El personaje del Párroco atormentado por el silencio de Dios, interpretado por Bardem, resulta el más interesante, pero no encaja del todo con la trama y parece metido con calzador. Lo mismo ocurre con el personaje de Rachel McAdams.


La fotografía y la banda sonora son exquisitas, pero el conjunto no se sostiene. No es capaz de emocionar como lo consiguió con El árbol de la vida, sus imágenes caen más en lo ridículo que en lo expresivo. la peor película de Malick, toda una decepción. A Malick hay que exigirle mucho más.


5/10


martes, 10 de febrero de 2015

Enemy (ídem, 2013) de Denis Villeneuve

Adam (Gyllenhaal) es un afable profesor de historia que lleva una vida bastante monótona. Un día, viendo una película, descubre a un actor que es idéntico a él. Obsesionado con la idea de tener un doble, la búsqueda de ese hombre tendrá para él consecuencias inesperadas... Libre adaptación de la novela "El hombre duplicado", de José Saramago.


Tras el potente thriller Prisioners, Villeneuve vuelve con otro thriller, pero esta vez con unos tintes psicológicos que recuerdan al Lynch de Lost Highway o Mulholland Drive. La enorme capacidad del cineasta quebequés para crear atmósferas opresoras y para crear tramas rocambolescas pero verosímiles le convierten uno de los cineastas más prometedores de la actualidad.

La película empieza con una corta escena cargada de simbolismo y que nos introduce a la araña, elemento muy presente durante el film y que reaparecerá durante en varias escenas oníricas o alucinatorias, levantando la duda sobre la realidad de dicho prólogo y acercándonos a la mente del protagonista. Tras esta escena se nos introduce en la monótona vida de Adam. La enrarecida atmósfera, construida con una potente fotografía en tonos amarillos y una banda sonora excelente, contribuye a acentuar los evidentes problemas emocionales de Adam. Adam posee un carácter errático e inseguro que a priori resulta inverosímil pero que después resultará clave para entender el film, que tiene múltiples lecturas. Esta inverosimilitud inicial del carácter de Adam puede lastrar el primer visionado de la película.


La trama esta diseñada como un puzzle que te incentiva a ordenarlo, manteniendo el ritmo liberando las pistas justas para ello sin sacrificar el aura de misterio de envuelve la trama. El final resulta abrupto pero clave para “descifrar” el enigma, sin ser para nada excesivamente explicativo. Esta capacidad para mantener el misterio incluso tras el final y ser capaz de mantener diversas lecturas es lo que eleva la película sobre la gran mayoría de thriller que podemos ver en cartelera, además de su potente puesta en escena.


Jake Gyllenhaal esta estupendo en su doble papel, matizando a la perfección las diferencia de personalidad entre sus dos personajes. En definitiva, se trata de un film muy bueno, de lo mejor que se ha podido ver últimamente.


9/10