jueves, 2 de abril de 2015

Sombras (Schatten - Eine nächtliche Halluzination, 1923) de Arthur Robinson

Un mago experto en sombras chinescas es el encargado de amenizar una cena dada por un barón y su bella esposa. El marido, un hombre muy celoso, comenzará a enfurecerse cuando los invitados pretendan besar la "figura" de su mujer.


Sombras es una película coral que cuenta con personajes sencillos: el marido celoso, la mujer coqueta, los amigos pervertidos y el personaje predilecto del expresionismo, el personaje misterioso, extraño y siniestro, el mago experto en sombras chinescas. Ésto, lejos de suponer un problema permite hilar la historia con mayor fluidez y evitar el uso de intertítulos.

La trama avanza mediante diversos juegos de sombras que provocan malentendidos. Ésto al inicio construye una atmósfera más bien cómico, pero que acaba degenerando en un atmósfera dramática y tensa. Las sombras, como en cualquier película expresionista (y en muchas películas alemanas), expresa el destino. En éste caso las sombras son las catalizadoras del destino trágico de los personajes y expresan sus deseos inconscientes. Todos los juegos de sombras tienen que ver con impulsos subconscientes (mayormente asociados al erotismo) de los personajes. Ésto provoca una hostilidad creciente que desencadena el trágico final.


Robinson utiliza un recurso interesante y bastante raro, el falseamiento de la acción. Gran parte de la película resulta ser la representación de sombras chinescas del mago, hecho remite al cine como juego de luces. El mago les enseña a los personajes las consecuencias de dejarse llevar por los deseos y los lleva a la reconciliación y al autocontrol. Aunque el final resulte feliz y optimista, no desentona para nada con el film, de hecho, lo hace redondo.


Se trata de una película sencilla, sin demasiadas aspiraciones, pero que cumple de sobra. Destaca sobretodo en la fotografía debido al uso constante de las sombras. Película interesante, entretenida y a redescubrir.

7/10



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