Adaptación
de una serie de leyendas germanas sobre los nibelungos, seres que
habitan entre la niebla. Narra la historia de Sigfrido, hijo de un
rey, que, tras forjar una maravillosa espada y convertirse en un
hábil herrero, debe volver al castillo de su padre. Sin embargo,
impresionado por la historia de la bella princesa Krimilda, decide
conquistarla. Abandona entonces el castillo paterno con el propósito
de vencer a un dragón, cuya sangre hace invulnerable al que se baña
en ella.
Contrariamente
a lo que se podría pensar de una película basada en leyendas
germanas, sobretodo en El
cantar de los nibelungos,
Los
Nibeleungos
no peca de maniqueísmo ni de personajes planos y tópicos. Lang
hace algo muy suyo, construir personajes ambiguos. Sígfrido es
fuerte, valiente, inocente y despreocupado, podría ser perfecto si
no abusase de su poder y fuerza para su propio beneficio, manipulando
a Brunilda en favor del rey Gunther para que éste acceda a darle la
mano de Krimilda. Luego
siente remordimientos, pero no duda en mantener la menira.
Ocurre
lo mismo con Gunther, que aunque manipula a Brunilda su amor por ella
es sincero y eso lo lleva a traicionar a Sígfrido. No le gusta ni la
idea de manipular a Brunilda ni la de asesinar a Sígfrido y eso le
sume en un estado casi depresivo contínuo. Hagen
se lleva la palma en ambigüedad, sobretodo a partir de la segunda
parte, ya que aunque aparece como el malo, su conducta obedece sólo
a su lealtad extrema al rey Gunther y a su desconfianza en Sígfrido,
que puede arrebatarle el feudo al rey; dos actitudes perfectamente
comprensibles dada su posición.
Tras
la presentación de Sígfrido y sus logros, la trama fluye de forma
coherente y los personajes se complementan al la perfección para
hacer avanzar la trama. Destaca por sus escenas épicas y heroicas,
que salvo el combate del dragón, están muy bien llevadas. Dicho
dragón, aunque en su momento seguramente fuese muy imponente, ahora
resulta ridículo. Aunque a mí esos efectos especiales añejos nunca
me han molestado, suelen parecerme entrañables, como es el caso. El
clímax final está bien hecho, y seria casi perfecto si no fuera por
la muerte repentina y inexplicada de Brunilda, introducida sólo para
intensificar la carga dramática pero nada justificado.
La
fotografía es impresionante, como suele ser en Lang. Consigue
grabarte en la mente muchas escenas y es capaz de darle ese aire
heroico y monumental que necesita. Los escenarios cumplen con ese
cometido pero el uso reiterado de motivos más cercanos al arte
indígena que al arte germano de la Alta Edad Media en los decorados
me ha molestado bastante. Generalmente no me molesta la falta de
realismo, pero creo que éste caso desentona demasiado. El
vestuario también falla en algunos casos, como las ridículas
trenzas infinitas de Krimilda o los cascos gigantes y ostentosos de
Hagen y Brunilda.
Los
Nibelungos
no tiene demasiados errores o insuficiencias que lastren su
visionado,
pero lo cierto es que no lo he disfrutado tanto como ésta reseña parece indicar. No ha levantado del todo mi interés. Puede ser
debido al personaje de Sígfrido, cuya inocencia e infantilismo me
irritaba un poco.
Pero
tras el visionada reconozco que tal postura es un poco irracional.
Tal vez es culpa del momento del visionado, dado que ha ganado con el
recuerdo. Le doy una nota superior a la que le hubiese dado después
de su visionado. Aunque su duración resulta un tanto excesiva,
entretiene y emociona. Le debo un buen revisionado.
7/10
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