La
primera versión cinematográfica del Dr. Mabuse consta de dos
partes: “El gran jugador” y “El infierno”. El doctor Mabuse
es un villano que no se siente atraído por los bienes materiales,
sino por el placer que le proporciona jugar con el destino de los
hombres.
Mabuse
es un personaje muy interesante, es un hombre excesivamente
manipulador, que tiene poderes de hipnosis sobrenaturales pero que,
sin embrago, esta humanizado hasta cierto punto. Su maldad es
producto de un vacío
espiritual y emocional que solo le permite disfrutar de la
manipulación de los demás. Pero además, cuando pierde sufre y
cuando gana lo celebra, algo que aunque parece obvio, la exageración
de la maldad de los villanos del cine lo hace hasta raro.
El
fiscal cumple con el prototipo de héroe: es honrado, trabajador y
valiente. Aunque su personaje no levante demasiado interés, Lang
consigue construir un duelo intelectual entre ambos protagonistas
entretenidísimo y muy bien hilado, algo muy apreciable dada la
complejidad de las tramas de Mabuse. Eso si, sus más de 4 horas la
hacen demasiado larga. La trama se podría haber resulto más
rápidamente y sin dar tantas vueltas. Por suerte, el buen hacer de
Lang detrás de la cámara, el interesantísimo villano y el clímax
final elevan el conjunto y evitan que el metraje obstaculice
demasiado su visionado.
En
el apartado técnico destaca sobretodo el montaje, especialmente en
el primer acto, que fue admirado y analizado por el mismísimo
Eisenstein. Tiene una fotografía excelente y a unas actuaciones de
altura, sobretodo Rudolf Klein-Rogge, que parecía hecho para
interpretar a Mabuse, verdaderamente hipnótico.
Película
sobresaliente en casi todo, pero lastrada por su largo metraje.
8/10
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