miércoles, 8 de abril de 2015

Los Nibelungos: la venganza de Krimilda (Los Nibelungos Parte II) (Die Nibelungen: Kriemhilds Rache (Die Nibelungen - Teil II), 1924) de Fritz Lang

Segunda parte de Los Nibelungos. Adaptación de una serie de leyendas germanas sobre los nibelungos, seres que habitan entre la niebla. Viuda tras la muerte de Sigfrido, Krimilda se casa con el bárbaro rey de los hunos con el propósito de ejecutar su plan de venganza.


La segunda parte de Los Nibelungos sigue e incluso potencia la ambigüedad de los personajes. Krimilda recibe todo el peso del film y se hace con el protagonismo junto con Hagen, eclipsando totalmente al rey Gunther. Krimilda, anteriormente caracterizada por su inocencia y templanza, arde en deseos de venganza, cosa que le hace perder la razón paulatinamente. Sus deseos de venganza son legítimos, pero sus métodos no lo son. Es capaz de sacrificar todo lo que sea necesario (los soldados, el castillo y, incluso, su hermano) para conseguir su venganza, lo que lleva a la consiguiente tragedia, la matanza final.


Hagen, por su lado, sigue con su actitud leal hasta el mismo final. Si, es capaz de llegar al extremo por su rey, ya sea asesinar bebés o morir en las llamas. Ni villano ni héroe, es un hombre sólido y leal a si mismo y, por consiguiente, al rey. Los hunos son lo más decepcionante del conjunto. Su caracterización raya al racismo. Son salvajes, estúpidos y malos guerreros (mueren como moscas ante unos pocos soldados). Eso sí, aunque Atila es un loco excéntrico, avece hace gala de un sentido común del que carece Krimilda.


Krimilda tal vez peca de una excesiva deshumanización. Su locura llega a tal punto que la muerte de su hijo parece no importarle. Para mi gusto se ha llevado demasiado al extremo su cambio. Por otra parte, su interpretación también es la peor, no creo que la actriz esté a la altura del papel, resulta demasiado sosa y inexpresiva, sobretodo para una película muda y que se adscriben, aunque sea parcialmente, al expresionismo alemán.


Lang consigue un clímax largo y potente, con una gran carga dramática, con ese asedio sangriento y épico. La locura de Krimilda llega a su tope, Hagen lleva a las últimas consecuencias su lealtad y Atila se venga como es debido. Probablemente (y curiosamente), Atila es el único que se comporta proporcionalmente a la ofensa recibida.


En el apartado técnico todo sigue más o menos igual que a la primera parte: fotografía impecable, escenarios monumentales pero que desentonan un poco y un vestuario que acierta solo a ratos. Para mi gusto y contradiciendo la opinión generalizada, la segunda parte supera a la primera.


7/10


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