jueves, 30 de abril de 2015

El frio verano del 53 (Kholodnoe leto pyatdesyat tretego, 1987) de Aleksandr Proshkin

En el verano de 1953, tras la muerte de Stalin y la deteción de Lavrenti Beria, el gobierno soviético promulga el decreto "Sobre la amnistía" que libera de los campamentos de trabajo a miles de presos. En una remota aldea del norte se esconden dos de ellos, el ingeniero Nikolai Starobogatov, acusado de ser espía inglés, y el capitán de un regimiento de reconocimiento Sergei Basargin, denostado por haber sido prisionero en un campo nazi y después de fugarse haberse reincorporado a sus tropas.


El frio verano del 53 es una mirada atrás hacia la época de la desestalinización, una película abiertamente política que trata de captar los aciertos y los errores de la nueva política soviética. Se centra en la amnistía a los presos políticos, pero también presos comunes. Un grupo de delincuentes amnistiados atacan un pueblo de pescadores para robar todo cuanto puedan. Los 2 presoso políticos que se encontraban refugiados en el pueblo son los que se encargan de defenderlo y los que, al final, se convierten en héroes. Se trata de captar la injusticia que se cometió con ellos, pues fueron calificados de traidores, y de cambiar su imagen por la de víctimas y de patriotas sacrificados.


También se podría hacer una analogía entre los asaltantes y los capitalista, pues su líder carga contra el socialismo con un argumento propio de los anticomunista, que el comunismo reparte pobreza, y después hace un llamamiento a coger cuanto uno quiera de los demás, o sea, lo que los comunistas entienden que hace la clase burguesa al explotar el trabajador y apropiarse de su trabajo. De todas formas, me ha parecido una película un tanto simplona, pero también puede ser debido a que, debido a mi desconocimiento del tema, no capte todas las referencias y críticas.


Para mi, lo mejor de la película es el apartado técnico: la puesta en escena, con localizaciones bellísimas en escenarios naturales y una aldea de pescadores; el uso predominante de sonidos en la banda sonora y la fotografía en tonos verdes y azules en exteriores, y grises y marrones en interiores. Me molesta un poco la música, demasiado ochentera para mi gusto.


En definitiva, un estimable ejercicio de justicia histórica y un tratamiento formal notable para una película interesante y entretenida.


7/10


miércoles, 29 de abril de 2015

Alien, el octavo pasajero (Alien, 1979) de Ridley Scott

De regreso a la Tierra, la nave de carga Nostromo interrumpe su viaje y despierta a sus siete tripulantes. El ordenador central, MADRE, ha detectado la misteriosa transmisión de una forma de vida desconocida, procedente de un planeta cercano aparentemente deshabitado. La nave se dirige entonces al extraño planeta para investigar el origen de la comunicación.


La grandeza de Alien se debe sobretodo a su atmósfera, asentada en dos pilares: los decorados sucios y barrocos (la nave llena de cables y tuberías, que a veces hasta parece un viejo búnker de guerra, la nave alienígena y el planeta que se encuentra en completa oscuridad) y la iluminación, primero con luces tenues y luego con la casi total oscuridad. El mismo escenario de la trama consigue contribuir también a provocar una cierta claustrofobia. La banda sonora, compuesta por un mezcla de música y sonidos ambientales, resulta idónea.

Los personajes no son especialmente elaborados, pero resultan verosímiles y entrañables, tienen bastante química y se complementan muy bien. Destaca sobretodo la teniente Rippley como la heroína superviviente. No hace falta hablar del icónico diseño del alienígina, que es perfecto.


Se ha hablado bastante de los simbolismos que contiene el film. Por un lado, se puede ver la película como una alegoría de la iniciación femenina, en que Rippley, como mujer, se enfrenta al alienígena que representaría la función procreadora que oprime a la mujer, presentándole como un parásito. Los símbolos sexuales son evidentes: el huevo y el embrión, la “violación” con el consiguiente “parto” y los constantes símbolos fálicos. La trama es señalada abiertamente en el film como una confrontación entre la moral humana y la fuerza bruta animal, introduciendo un ser bestial dentro de un ambiente racionalizado y sugiriendo la debilidad del primero, supuestamente “mas evolucionado”, frente al segundo.


Con todo, no se tratan de reflexiones completas, sino más bien de ciertas sugerencias, que sirven de complemento a un film cuyo máximo valor es el magnifico entretenimiento que supone. Aunque se trata de un entretenimiento de primera, hay que decir que contiene algunas escena bastante ridículas.

En definitiva, un clásico imprescindible y un gran entretenimiento.


8/10



martes, 28 de abril de 2015

Fausto (Faust, 1926) de F. W. Murnau

Fausto es un sabio, venerable y bondadoso anciano que estipula con Mefisto, para librar al pueblo en que habitaba de una horrenda peste que diezmaba sin que quedara familia sana. Con el tiempo Fausto se corrompe, tentado por la juventud eterna y gracias a la influencia y promesas de Mefisto quien termina traicionándolo cruelmente. Hasta que encuentra una joven llamada Gretchel, bella y cándida, y se enamora de ella. Mefisto había pactado con el arcángel que si le robaba el alma a Fausto le daría la tierra, ya que según el propio diablo, ningún hombre se resiste al mal.


Historia mítica que pretende transmitir la bondad, el amor y la divinidad prevalecen por encima de la maldad, un planteamiento del todo maniqueísta. Encima resulta contradictoria, pues Fausto traiciona continuamente su moral y solo al final se arrepiente, aunque no arregla nada, convirtiéndose en un hipócrita. Es más, el Arcángel de ésta película ni siquiera podría considerarse “el bueno”, pues permite que Mefisto juegue con la vida de miles de personas enviando una peste y haciendo de las suyas entre los mortales, y solo por una apuesta.


Técnicamente es intachable, tiene una fotografía y unos escenarios excelentes. La ciudad de Fausto recuerda a la retorcida ciudad de El Golem. Tiene una puesta en escena puramente expresionista y de las mejores. Su trama también lo es, pero eso no quita que caiga en varios fallos. Empieza muy bien, la primera secuencia con el enfrentamiento entre el Arcángel y Mefisto y la invocación de Mefisto por parte de Fausto son lo mejor del film y, incluso, de lo mejor del expresionismo. Pero luego decae muchísimo, sobretodo después de que Fausto rejuvenezca.


La trama del ligue de Fausto es insípida y muy falta de interés, aunque no tanto como la subtrama del ligue de Mefisto (que va enfundado en un traje ridículo, que parece sacado de una tienda de disfraces). Además no consigo empatizar con ningún personaje, ni siquiera con Fausto, que me parece un hipócrita. Ello me impide recuperar el interés cuando la trama avanza y hace evidente el despropósito del tramo final y de su moraleja, ya comentada al inicio de la reseña.


En definitiva, una película que aunque es técnicamente perfecta, resulta muy decepcionante.

6/10



domingo, 26 de abril de 2015

El cuarenta y uno (Sorok pervyy, 1956) de Grigori Chukhrai

Primeros años de la Revolución Bolchevique. Una unidad del Ejército Rojo lleva a cabo una operación de exploración en los desiertos del Asia central. Con los soldados viaja María, que destaca entre los mejores francotiradores de la unidad. En la última operación hace prisionero a un soldado de Ejército Blanco. La situación en la que se encuentran hace surgir una compleja pasión entre quienes son enemigos de clase.


Lo primero que llama la atención de esta película es el hecho de poner a una mujer como protagonista de una película bélica. María, es una soldado, una gran francotiradora, es una persona fuerte, autónoma e independiente, pero que no por ello pierde su sensibilidad y humanidad. Es un personaje femenino atípico que, además, no se ve convertido en un objeto sexual, por lo que contribuye a eliminar los estúpidos tópicos machistas y a contribuir en la causa feminista, algo que siempre es de agradecer en el arte.


El teniente blanco Oleg también contribuye a esta lucha contra los tópicos: aunque no sea un blandengue, acaba dependiendo de María, algo que normalmente en el cine es al contrario. Pero además también huye de los tópicos históricos que podríamos suponer en una cinta de la Unión Soviética que trata la Guerra Civil. El teniente no es demonizado, se comprende y explica su posición (evidente) ante la Revolución Rusa dado que proviene de la nobleza. Chukrhai se aleja del maniqueísmo y hace un retrato de la historia fiel y nada tendencioso.


El 41 destaca también por su romanticismo. No solo por la trama (que por cierto, es bastante tópica, enemigos que se enamoran), sino también por su fotografía, su puesta en escena y su banda sonora. La fotografía distorsiona bastante la realidad y forma una imagen con fuerte contraste entre tonos blanquecinos y cálidos frente a tono oscuro y frío. La naturaleza y la meteorología juegan un papel fundamental en la puesta en escena, y construyen imágenes de una poesía exquisita. El papel de la naturaleza se extiende también a la banda sonora con el uso continuado de su sonidos.


La película trata sobre el amor y la amatista y de como nos acercan, mientras la ideología nos confronta. De todas formas, Chukhrai defiende la fidelidad y la defensa de los ideales, sean cuales sean, por encima del amor o la amistad. Tiene un fondo sencillo pero apreciable y emotivo. Aún así, hay que destacar que algunas escenas son bastante pobres, como la primera y única batalla, o el final, un tanto forzado y incoherente.

Una película entretenida, bonita, romántica y poética. Muy recomendable.


8/10


sábado, 25 de abril de 2015

La caza salvaje del Rey Staja (Dikaya okhota korolya Stakha, 1979) de Vasili Rubinchik

Un joven estudiante llega a un palacio en un recondito distrito de la rusia imperial investigando en folclore de la zona. Pronto se verá envuelto en los misterios que atenazan a la dueña del lugar y a todos los que la rodean.


Esta película es una de las pocas películas de terror que se filmaron en la Unión Soviética. El resultado es bastante ambiguo: tiene grandes virtudes pero también fallos bastante graves. Lo primero que destaca es la puesta en escena. Los escenarios son perfectos, la vieja mansión y la plana bielorrusa invadida por la niebla crean una atmósfera opresiva y triste, que subraya la decadencia de la familia maldita y el miedo que reina en la región a los ataques del espíritu del Rey Staja. El vestuario cumple con su cometido y el maquillaje a veces subraya lo fantasmagórico, con rostros pálidos y con sombras gruesas en los ojos, como se hizo a veces en el expresionismo alemán.


El uso del sonido es también perfecto: los sonidos ambientales tienen superioridad frente la música, que normalmente suena solo de fondo y solo se intuye. La fotografía se compone de claroscuros, la enorme cantidad de sombras y la oscuridad reinante hace que muchas veces ni siquiera podamos distinguir el fondo del escenario. Por otro lado, los colores son normalmente apagados, pero bastante llamativos. Eso sí, molesta un poco el hecho que muchos planos contenga algún elemento en primer plano lo suficientemente cerca como para aparecer desenfocados y que no aportan nada a la trama ni al plano.


El problema del film radica en muchas escenas que, buscando lo excéntrico (o no), caen en el ridículo. Además, contiene muchas escenas que, dependiendo del espectador, pueden verse estúpidas o no. Las actuaciones no son nada del otro mundo, solo cumplen (aunque sus personajes tampoco dan para mucho mas), y la trama puede resultar un poco confusa. La trama, además, resulta un poco tópica y no sorprende demasiado. Las transiciones entre planos resultan un poco bruscas, la duración de los planos es bastante irregular, algo que contribuye a construir una atmósfera de tensión y rareza pero que a veces descoloca y resulta molesto.


En definitiva, una película curiosa, interesante, muy entretenida y que posee grandes virtudes pero también grandes fallos. Para pasar un buen rato.


7/10


jueves, 23 de abril de 2015

Tartufo o el hipócrita (Herr Tartüff, 1925) de F. W. Murnau

Orgón es un personaje bastante importante que ha caído bajo la influencia de Tartufo, un hipócrita beaturrón. El mediocre y ladino Tartufo exagera la devoción y llega a ser el director espiritual de Orgón. Fábula moral basada en la famosa comedia de Moliere sobre la hipocresía de un hombre que quiere adueñarse de una gran fortuna.


Tartufo es la adaptación de una de las obras más famosas de Molière, el más conocido dramaturgo francés. Murnau le añade al relato original un prólogo y un epílogo bastante inútiles. Estas dos partes del film son una trama análoga a la del relato original que trata el mismo tema solo que en la época de su realización. Probablemente fueron añadidos para subrayar la moraleja y su vigencia. Aún así me parece que sobran del todo, pues ya se entiende a la perfección con la trama central.


Destaca sobretodo por su sencillez: personajes arquetipos, trama lineal y sencilla, tema claro y anunciado explícitamente, etc. Se trata de una película con pocas pretensiones, pero que cumple con lo prometido. Lo mejor de la película es la fotografía, a cargo de Karl Freund.

Siempre es agradable ver una interpretación de Jannings, sobretodo con un personaje como Tarufo, bastante interesante y atractivo. Pero es que además comparte escena con Werner Krauss, el actor que interpretó a Caligari.


Tartufo es una película muy entretenida, pero que peca de simplona. Aún así, su fotografía y sus personajes eleva en conjunto. Es un pasatiempo excelente pero una obra menor de Murnau.

7/10



miércoles, 22 de abril de 2015

Interstellar (ídem, 2014) de Christopher Nolan

Al ver que la vida en la Tierra está llegando a su fin, un grupo de exploradores liderados por el piloto Cooper (McConaughey) y la científica Amelia (Hathaway) se embarca en la que puede ser la misión más importante de la historia de la humanidad y emprenden un viaje más allá de nuestra galaxia en el que descubrirán si las estrellas pueden albergar el futuro de la raza humana.


Como en muchas de la películas de Nolan, Interstellar tiene una trama bastante enrevesada. Éste tipo de tramas complejas suelen ser bastante polémicas, pues hay quien las valora positivamente de por si y otras las rechazan por que pone la trama por encima de otros elementos del cine, como puede ser los personajes, la verosimilitud o el tema a tratar. Ciertamente, las tramas complejas suelen resultar bastante entretenidas, interesantes y mantienen la intriga hasta el final. Interstellar es un ejemplo tanto de lo bueno como de lo malo de éste tipo de tramas. Pero además también se arriesga a caer en fallos de guión, como ocurre en el tramo final con esa paradoja temporal, que es bastante absurda.


Nolan se aleja de su estilo frio y calculador (que recuerda bastante Kubrick, una de sus grandes influencias) y filma una película bastante dramática, que pone mucho énfasis en el drama familiar. Pero comete el error de caer en el sentimentalismo exacerbado, sobretodo en su tramo final, y presenta una estúpida y pretenciosa reflexión sobre el amor que no aporta nada. Aún así, el nuevo dramatismo de Nolan permite simpatizar mejor con los personajes, levanta el interés y emociona bastante. En éste sentido me gustaría destacar la escena en que Cooper (Matthew McConaughey) ve a su familia crecer en los vídeos que le enviaron durante los 23 años que transcurrieron mientras estaba atrapado en el primer planeta, donde el tiempo estaba distorsionado.


Aunque caiga en el sentimentalismo, me parece que es un cambio a mejor en el estilo de Nolan y le da a su cine una dimensión más humana de la que carecía, por ejemplo, Origen o Memento, las dos “grandes obras” del director fuera de la trilogía Batman. Dentro del género de la ciencia-ficción Interstellar también me parece mucho más imaginativa que Origen. Aunque la trama de Origen sea más original, ambas terminan siendo películas de aventura o acción, apartado en el que Interstellar gana indiscutiblemente. Posee unos escenarios espectaculares, lugares fantásticos (los planetas, el agujero negro y el teseracto), escenas de acción bien rodadas y congruentes con la trama, etc. Consigue transmitir mucho mejor la emoción de la aventura y la tensión de los riesgos.



En definitiva, una aventura espacial estupenda, un entretenimiento de primera pero que fracasa en querer ser algo más, si es que realmente lo intenta. Eso si, enganchar tanto con su larga duración tiene mucho mérito.


7/10


martes, 21 de abril de 2015

El doctor Mabuse (Dr. Mabuse, der Spieler, 1922) de Fritz Lang

La primera versión cinematográfica del Dr. Mabuse consta de dos partes: “El gran jugador” y “El infierno”. El doctor Mabuse es un villano que no se siente atraído por los bienes materiales, sino por el placer que le proporciona jugar con el destino de los hombres.


Mabuse es un personaje muy interesante, es un hombre excesivamente manipulador, que tiene poderes de hipnosis sobrenaturales pero que, sin embrago, esta humanizado hasta cierto punto. Su maldad es producto de un vacío espiritual y emocional que solo le permite disfrutar de la manipulación de los demás. Pero además, cuando pierde sufre y cuando gana lo celebra, algo que aunque parece obvio, la exageración de la maldad de los villanos del cine lo hace hasta raro.


El fiscal cumple con el prototipo de héroe: es honrado, trabajador y valiente. Aunque su personaje no levante demasiado interés, Lang consigue construir un duelo intelectual entre ambos protagonistas entretenidísimo y muy bien hilado, algo muy apreciable dada la complejidad de las tramas de Mabuse. Eso si, sus más de 4 horas la hacen demasiado larga. La trama se podría haber resulto más rápidamente y sin dar tantas vueltas. Por suerte, el buen hacer de Lang detrás de la cámara, el interesantísimo villano y el clímax final elevan el conjunto y evitan que el metraje obstaculice demasiado su visionado.


En el apartado técnico destaca sobretodo el montaje, especialmente en el primer acto, que fue admirado y analizado por el mismísimo Eisenstein. Tiene una fotografía excelente y a unas actuaciones de altura, sobretodo Rudolf Klein-Rogge, que parecía hecho para interpretar a Mabuse, verdaderamente hipnótico.

Película sobresaliente en casi todo, pero lastrada por su largo metraje.

8/10


sábado, 18 de abril de 2015

Las arañas 1: El lago de oro / Las arañas 2: El barco de los brillantes (Die Spinnen, 1. Teil - Der Goldene See / Die Spinnen, 2. Teil - Das Brillantenschiff, 1919-1920) de Fritz Lang

Kay Hoog es un millonario aventurero, una especie de cruce entre Phileas Fogg e Indiana Jones. En la primera parte de la serie, "Der goldene see", Hoog encuentra una botella con un mensaje que ha sido arrojada al mar por un profesor de Harvard desaparecido en Perú. A partir de aquí, se suceden las más diversas aventuras: el hallazgo de un gran tesoro de la antigua civilización inca, una organización secreta llamada "Las Arañas", dirigida por una mujer fría y calculadora, viajes en barco y globo. En la segunda parte, el aventurero Kay Hoog tendrá que enfrentarse de nuevo a la conspiración de "Las Arañas". Además, descubrirá una ciudad china subterránea, custodiada por tigres y cuya existencia nadie conoce.


En éste serial inacabado (debían ser 4 película) podemos ver a un Lang primerizo que estrenaba su tercera y cuarta película respectivamente. Ya entonces se apreciaba su gusto por lo exótico, pues no es de extrañar que traslade la acción múltiples veces y a los lugares más recónditos. Tampoco carece de cierta habilidad con el lenguaje narrativo, pues es capaz de crear tensión y hilar la trama manteniendo el interés.

Pero aún le faltaba bastante por aprender. Su fotografía no destaca casi nada, algo muy extraño en un film de Lang. Los personajes son planos y bastante pobres, los escenarios cumplen sin más y muchas veces su trama resulta excesivamente inverosímil. Se trata además de un entretenimiento puro, una historia de aventuras pasada de rosca, algo tontorrona. La primera al menos es un entretenimiento bastante digno, pero la segunda no lo consigue.


En el final de la primera película el protagonista pierde a su pareja a manos de “Las Arañas”, pero la pérdida no parece afectarle lo más mínimo y la trama sigue como si nada. El personaje busca venganza pero ni siquiera parece que le importe. Un enorme fallo de guión y de interpretación que lastra basntante la película. La trama resulta confusa y tiene menos gancho que la primera. Esta vez Lang no consigue crear tensión ni mantener demasiado el interés, fallando en su único propósito, el de entretener. Bastante floja.


Considero amabas películas sólo como una curiosidad entrañable, para curiosos del cine mudo y admiradores de Lang.

Las Arañas 1:

6/10

Las Arañas 2:

3/10


jueves, 16 de abril de 2015

Metrópolis (Metropolis, 1927) de Fritz Lang

Futuro, año 2000. En la megalópolis de Metrópolis la sociedad se divide en dos clases, los ricos que tienen el poder y los medios de producción, rodeados de lujos, espacios amplios y jardines, y los obreros, condenados a vivir en condiciones dramáticas recluidos en un gueto subterráneo, donde se encuentra el corazón industrial de la ciudad. Un día Freder (Alfred Abel), el hijo del todopoderoso Joh Fredersen (Gustav Frohlich), el hombre que controla la ciudad, descubre los duros aspectos laborales de los obreros tras enamorarse de María (Brigitte Helm), una muchacha de origen humilde, venerada por las clases bajas y que predica los buenos sentimientos y al amor. El hijo entonces advierte a su padre que los trabajadores podrían rebelarse.


Metrópolis es probablemente la película más famosa de Lang, del expresionismo alemán y tal vez del cine mudo. El robot Maria ya es un icono de la cultura popular. Pero la enorme fama que la precede queda ensombrecida por su más que evidente mensaje fascista que, no obstante, no dificulta el visionado de una película que técnicamente resulta impecable.

La película nos presenta un conflicto de clases en un mundo extremadamente polazarido, jerarquizado y desigual; una distopia que recuerda al tan conocido libro de Orwell, 1984, aunque fuera escrito más adelante. Des del principio la película si distancia de las clases populares y incluso las desprecia. Aparecen totalmente automatizadas, sin personalidad, ningún personaje de dicha clase tiene peso (excepto María, que, sin embargo, parece desconectada de su clase social y su infinita bondad y pureza le dan un aire artificial y engañoso), las multitudes son salvajes y descerebradas, se dejan influenciar por cualquiera (María o su copia infinitamente malvada), son autodestructivos, etc. Parece que quiera transmitir una imagen de inferioridad de las clases populares, las cuales necesitarían, por tanto, una clase dirigente, el “cerebro”, ya que los obreros no pueden serlo.


La revolución popular de Metrópolis está basada en las revoluciones que instigaba el comunismo, pero aquí son tergiversadas. Según la película, la revolución no es válida por que en su transcurso los obreros destruyen la fabricas y, por tanto, su propio sustento. Esto no tiene ni cabeza ni pies, ningún revolucionario abogaba por la destrucción de la tecnología y éste es un fenómeno que solo aconteció en los primero años de la Revolución Industrial. Con ésto pretende criminalizar el movimiento comunista y ponerlo en contra del progreso tecnológico, una completa falacia, como ya hizo el fascismo.


Durante la trama se repite varias veces el lema “El mediador entre el cerebro y la mano debe ser el corazón”, siendo ésta la conclusión y el mensaje del film. En la misma frase se sugiere una supuesta inferioridad de la clase obrera, la qual no puede autogestionarse. La solución basada en dicha frase y que se aplica al final de la película no soluciona nada: los burgueses siguen explotando al obrero y el mediador es un burgués hijo del mismísimo dirigente de la ciudad. Con ésta solución el bienestar de la clase obrera depende de la supuesta buena voluntad del dirigente y de las capacidades del mediador, dependen de la caridad del gobernante. Se trata de una idea ingenuosísima que lleva a la población a la resignación y favorece la jerarquización y la desigualdad. De hecho, esta solución recuerda bastante al sindicato vertical y al nepotismo que conlleva el totalitarismo.


La película tiene un tono sentimental, irracional y monumental propio del discurso fascista, pero eso también la hace bastante estimulante y entretenida. En el apartado técnico es irreprochable, tiene una fotografía magnífica, escenarios monumentales muy bien hechos y un vestuario idóneo, destacando sobretodo la icònica caracterización del robot María. En éste sentido Lang supera su anterior trabajo parecido, Los Nibelungos. Por otra parte, el actor principal creo que no está a la altura y el personaje de María sobreactua de una forma que a veces se hace ridículo aún comparándola con otras actuaciones expresionistas.


Aún con el turbio trasfondo de la película, se trata de una de las cimas del cine mudo. Por otra parte, el guión es de Thea von Harbou, de forma que no podemos responsabilizar a Lang de dicho mensaje y se merece una buena alabanza por su trabajo en el film. Es una lástima que Lang malgastara su talento y la UFA tanto dinero con una película de tan oscuro trasfondo.


7/10


sábado, 11 de abril de 2015

El último (Der Letzte Mann, 1924) de F. W. Murnau

El portero de un lujoso hotel, un anciano orgulloso de su trabajo y respetado por todos, es bruscamente degradado a mozo de los lavabos. Privado de su antiguo trabajo y del uniforme que le identifica, intenta ocultar su nueva condición, pero su vida se va desintegrando lentamente.


Murnau, bajo la influencia del Kammerspielfilm, filmó El último, película que de acuerdo con este nuevo “movimiento” es capaz de narrar toda la trama sin utilizar intertítulos, algo que volvería a repetir con Sunrise. Con ésta película Murnau se distancia del expresionismo abandonando hasta cierto punto algunos de sus preceptos. El escenario no se deforma, sino que imita la realidad, se minimiza el uso del claroscuro y no aparecen personajes siniestros ni tampoco ningún “doppelgänger” o “doble”. Por otro lado, Jannings actúa de forma errática y exagerada al estilo expresionista, escaleras, pasillos y espejos aparecen constantemente y muchos de los tópicos del expresionismo aparecen en los sueños (se deforma la puerta giratoria, se transforma a los trabajadores del hotel en seres excéntricos, se deforma la imagen y se utiliza el claroscuro).


Destaca el uso de la cámara desencadenada (así es como los alemanes llamaban la cámara móvil), recurso muy reciente que Murnau aplica a la perfección, construyendo escenas verdaderamente memorables. Por todos es conocido el talento plástico de Murnau, que supera incluso al de Lang. De recuerdo es toda la escena del sueño y, sobretodo, la de la puerta giratoria alargada sobre un fondo absolutamente oscuro en el que asoma la figura del orgulloso portero, o la de el hotel Atlantic desmoronándose sobre el mismo portero. Murnau además utiliza el encuadre para subrayar el ánimo de Jannigs, filmando desde arriba mientras se mantiene feliz y orgulloso y en picado cuando todo se le cae encima.


Jannings hace la que posiblemente sea su interpretación más recordada y Murnau construye un relato que avanza con cierta lentitud pero sin fisuras. El uso constante de símbolos (la chaqueta, el botón, el paraguas, las puertas del váter, etc.) enriquece el conjunto y le da mayor fuerza dramática a los acontecimientos, los subraya. Los símbolos, los sueños y delirios y la actuación de Jannigs sirven a la perfección para describir la psique del protagonista en todos sus matices y expresar la magnitud de su tragedia.

El último es una película sobre las apariencias y su frágil falsedad que lleva a una tragedia inevitable. Jannings se siente orgulloso y se mueve y comporta casi como un señor rico y engreído. De hecho, todo el mundo lo trata como si lo fuera, pero sólo como reacción a su propia conducta y al magnetismo de su pomposo traje. Es pobre como una rata, al igual que todos sus vecinos y su orgullo y felicidad solo se sustenta en la falsa suntuosidad de su traje. El hecho de perder su traje significa para él lo mismo que para un rico perder su fortuna, significa perder la honra, su fama, su dignidad y caer en lo más bajo de la jerarquía social. Pero con la diferencia que Jannings ya se encontraba en lo mas bajo de la jerarquía social y esa dignidad solo era un fantasma. También levanta a flote la cuestión de la dignidad y al felicidad basada en la lucha de clases y retrata el despreció de los pobres por su propia clase social mientras estos envidian a los ricos y su orgullo natural. Una pensamiento aberrante y construido socialmente y que, por desgracia, se podría decir que es intemporal.


Todo un clásico y un imprescindible del cine mudo. De lo mejor que filmó Murnau, y eso ya es mucho.


9/10