miércoles, 11 de marzo de 2015

El Golem (Der Golem, wie er in die Welt kam, 1920) de Paul Wegener

En el siglo XVI, en el gueto de Praga, vivía el Rabino Löw, mago y maestro en el arte de la nigromancia. Para evitar la expulsión de los judíos, ordenada por el emperador Rodolfo II, modeló la figura de arcilla del Golem e invocó al espíritu de Astaharot para que le otorgará la vida. Sin embargo, cuando los judíos consiguen quedarse en la ciudad, y el Golem salva la vida del emperador, el rabino trata de invalidar su conjuro y quitarle la vida porque ya ha realizado su cometido. Pero cuando un sirviente, cegado de amor, se la devuelve, la figura de arcilla escapa de la influencia humana y se convierte en una amenaza.


El otro gran clásico primigenio del expresionismo alemán es El Golem, en el que aparecía el primer monstruo clásico de la historia del cine. Los decorados esta vez resultan relativamente más reales. Las casas del gueto son rígidas y de aspecto antediluviano, y se retuercen en contornos angulosos y oblicuos que recuerdan a los sombreros puntiagudos de los judíos y sus barbas. Estos decorados transmiten la realidad malsana en la que vivían los judíos, tanto en el contexto de la trama como en la realidad del momento en Alemania. Aunque estos decorados resulten efectivos, no tienen el carisma y la fuerza que si tenían los de Caligari. Además, la caracterización del Golem ahora resulta un tanto ridícula.


Aunque se acerque al realismo, Wegener continua jugando con la luz y sus posibilidades expresivas. Además, vuelve a lo fantástico y a una trama parecida a la de Caligari, en que alguien tiene el poder sobre un ser sin conciencia capaz de cualquier cosa. El Golem vuelve al tema del poder, la fuerza y sus peligros, dependiendo de quien tenga el control sobre dicha fuerza. Mientras el rabino controla el Golem éste les devuelve la libertad y la seguridad. Pero al caer en las manos equivocadas y perder el control todos lo van a pagar muy caro.


Hay que destacar también la humanidad con la que se dota al Golem. El Golem monta en colora debido al desprecio al que es sometido y se venga por ello. Sólo la inocencia y la tolerancia es capaz de parar su venganza. Nos advierte, por tanto, de los peligros del racismo y del odio.

Aunque en puesta en escena, profundidad y entretenimiento esta unos peldaños por debajo de Caligari, se trata de un clásico interesante y original.

7/10


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