martes, 3 de marzo de 2015

Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia) (Birdman or [The Unexpected Virtue of Ignorance], 2014) de Alejandro González Iñárritu

Después de hacerse famoso interpretando en el cine a un célebre superhéroe, la estrella Riggan Thomson (Michael Keaton) trata de darle un nuevo rumbo a su vida, luchando contra su ego, recuperando a su familia y preparándose para el estreno de una obra teatral en Broadway que le reafirme en su prestigio profesional como actor.


Mediante unos personajes memorables, perfectamente definidos y interpretados Iñarritu relata una lucha de egos por el éxito y el reconocimiento profesional y artístico. Keaton interpreta a la estrella venida a menos que quiere recuperar el prestigio haciendo “verdadero arte”, Edward Norton al actor talentoso pero prepotente, insoportable y con ansias de control, la crítica teatral pretenciosa y amargada que odia todo lo que suene a espectáculo o celebridad, Naomi Watts como la joven actriz que obtiene una oportunidad en Broadway, etc. Aunque pueden parecer algo tópicos, están perfectamente definidos y son perfectos para captar la esencia del turbio mundo del teatro y el cine.

Riggan se cree un actor talentoso y desaprovechado y pretende demostrar todo lo que sabe hacer. Aunque su autoestima no pasa por su mejor momento, no por ello su ego decae, pues se cree un incomprendido y Iñárritu lo simboliza con unos supuestos superpoderes que solo el puede ver y que nos recuerda que el fantasma de Birdman aún ronda la mente de Riggan y, a la vez, que ésta es especialmente frágil. Es increíble lo mucho que muestra Iñárritu con tan poco, pues todo lo dicho aparece en la secuencia inicial. Efectivamente, Riggan aún tiene a Birdman en la cabeza, que le recuerda continuamente sus dudas sobre el proyecto que tiene entre manos y le insta a dejarlo para volver al cine de espectáculo.


Mientras tiene que lidiar con el mundo del teatro, que le es hostil. Primero Iñárritu lo escenifica mediante el personaje de Norton, actor talentoso y prestigioso que por ello se ve legitimado para despreciar el trabajo de otros y adueñarse de él, como intenta hacer con la obra de Riggan. En segundo lugar, la crítica más prestigiosa de Nueva York, que odia el mundo del “cine-espectáculo” y cree que el teatro se ha mantenido alejado de esa “lacra”, y por ello pretende destruir la obra de Riggan y todo lo que ella representa para “mantener a salvo” el teatro. Las debilidades y contradicciones de ambos personajes quedan perfectamente retratadas: Mike resulta un hombre vacío que sólo es capaz de vivir mediante el teatro y la crítica al final sucumbe ante un “truco vanguardista” que está más cerca del espectáculo que del verdadero arte, revelando su falta de criterio.


La dimensión más íntima de Riggan es, a mi parecer, la peor llevada, pues sólo nos muestra su fracaso como padre a través de su hija ex-drogadicta y nos recuerda de forma un tanto vaga su fracaso matrimonial. Riggan abandonó su tarea de padre, al igual que Iñárritu abandona esta dimensión suya.

Todos estos conflictos exteriores y interiores, junto con el azar, parecen conspirar contra Riggan para dejarlo caer al más oscuro de los abismos, para que se rinda y deje sus pretensiones, en una escena que, todo sea dicho, me parece de las menos inspiradas de la película (me refiero a la escena en que Riggan se cree otra vez Birdman). La clausura del conflicto, sea intencionada o azarosa, constituye una potente crítica tanto al “arte” cómo al “espectáculo”.


No es una coincidencia que Iñárritu escogiera a Keaton y a Norton para sus respectivos papeles, y eso le añade una nueva dimensión a la película que resulta curiosa y efectiva, uniendo realidad con ficción. El tono tragicómico del film la va como un guante y la labor de Emmanuel Lubezki es memorable. Filmar una película a en planos tan largos y a la vez demostrar ese enorme talento visual que tiene es una verdadera proeza. Eso sí, salvo por captar los nervios y la tensión de los días antes al estreno, el recurso no es especialmente útil ni tiene razón de ser. Estoy seguro que muchas escenas podría resolverse mejor con planos más cortos.

En definitiva, un película casi redonda y perfectamente ejecutada y interpretada.


9/10


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