Fiodor
Ivánovich Lavretsky regresa a la hacienda de su propiedad después
de una larga temporada en el extranjero y una vez consumado el
fracaso de su matrimonio. Al poco de llegar conoce a una radiante
joven, Liza, hija de su prima, y recibe la noticia de la muerte de su
esposa.
Atípica
película soviética que sitúa
la trama en la clase aristocrática del imperio ruso, sin mencionar
en ningún caso el conflicto obrero. Se trata de un romance entre
Lavretsky, un hombre idealista y que lucha contra las normas de la
moral aristocrática por perseguir un matrimonio con amor, y Liza,
una mujer fiel a los preceptos morales aristocráticos, una belleza
pura y frígida.
Nido
de hidalgos
transmite una visión crítica de la nobleza: lo primero que vemos es
la gran mansión de Lavretsky invadida por la naturaleza, vieja y
maltrecha, absorbida por la maleza y las hierbas. Luego en casi todas
las escenas interiores podemos oír los sonidos de la naturaleza,
recurso un tanto extraño y desconcertante que te recuerda que el
tiempo y la naturaleza se cobran lo que es suyo. Además, se subraya
constantemente la vida ociosa de la aristocracia, y presentan una
serie de problemas que resultan bastante estúpidos para una mente
materialista. La estricta moral aristocrática es la que impide a
Lavretsky y a Liza ser felices juntos, una moral totalmente subjetiva
y
que recorta las libertades individuales.
Por otro lado, se caricaturiza la nobleza con un vestuario
excesivamente ostentoso y una conducta femenina y un tanto ridícula.
El
absurdo del conflicto amoroso, que juega continuamente con las
esperanzas y las frustraciones de ambos protagonista, ensalza la
necesidad de liberarse de las cadenas de la sociedad y luchar por lo
que uno quiere, en este caso el amor en el matrimonio. Se
plantea también un tema muy recurrente en el arte ruso, la
confrontación entre rusófilos y occidentalistas. Lavrestky expresa
un amor idealizado y romántico por la patria,
aunque la misma película la presente como decadente bajo el dominio
de una clase social desapegada de la realidad. Mientras, los
occidentalistas son representados, sobretodo, por el pretendiente de
Liza, un hombre un tanto irritante y necio. París
se erige como un símbolo de occidente, pero también de la
depravación y el libertinaje y los occidentalistas son claramente
tratados de pretenciosos. Otro
tema que se insinúa levemente es la humanización de la plebe y el
recuerdo al desprecio y la injusticia al que eran sometidos por la
aristocracia. La madre de Lavrestky fue sirvienta, se lleva
muchísimos halagos y se erige como una persona a seguir, y el mismo
protagonista se siente atraído a la vida de trabajador,
relativizando la supuesta inferioridad con la que los demás
aristócratas los tratan.
En
el apartado técnico podemos apreciar una fotografía en tono
coloridos, la predominancia de escenarios naturales y el uso
combinado de sonidos diegéticos naturales con música no diegética,
todo ello con una vocación evidentemente esteticista y que evoca un
romanticismo y un idealismo que encajan perfectamente con la trama,
sus temas y su personaje principal que, todo sea dicho, es
interpretado por Leonid
Kulagin de
una forma un tanto insípida.
En
definitiva, una película profunda, técnicamente irreprochable y muy
romántica. Notable.
8/10
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