“Amor
bajo el espino blanco” nos cuenta la historia de Jing, una
colegiala ingenua de la ciudad que debe trasladarse a un remoto
pueblo en la montaña para su “reeducación” durante la
Revolución Cultural. Su padre ha sido encarcelado por “derechista”
y su madre lucha para alimentar a sus tres hijos. Jing sabe que tanto
su futuro como el bienestar de su familia dependen de su buen
comportamiento en opinión de las autoridades. Bastaría con un error
para arruinar sus vidas. Pero su prudente y tranquila existencia se
ve trastocada cuando se enamora de Sun, el encantador hijo de un
militar de élite. Debido a la diferencia social que les separa, un
romance entre ellos es impensable; más aún, peligroso. Pero la
atracción es mutua, poderosa e innegable. Jing intenta resistirse,
pero Sun la persigue, incluso después de que la chica regrese a la
ciudad. El amor entre ambos florece; es un amor puro, apasionado y
secreto. Nadie debe enterarse, y menos aún la madre de Jing. De
pronto, Sun desaparece. Cuando vuelve, Jing se da cuenta de que algo
ha cambiado. Deberá revisar sus ideas acerca del amor, el honor y la
lealtad antes de decidir en lo que cree realmente. La vida de ambos
nunca volverá a ser la misma.
El
escenario histórico y político de la película solo sirve de
contexto, Yimou profiere distanciarse del discurso político y se
limita a describir los defectos y problemas que generó la Revolución
Cultural. Yimou prefiere filmar una película intimista y retratar un
amor puro y inocente que resiste todas las adversidades.
Aunque
el tema resulte bastante tópico, el saber hacer de Yimou ensalza el
conjunto. El estilo de Zhang es pausado y delicado, no cae en
efectismos ni en pirotecnia, no necesita diálogos para captar los
pensamientos y los sentimientos, sino que se vale de miradas, gestos
y silencios.
Gracias
a ello hace creíble y auténtico una relación tan pura, de otra
manera caería en el ridículo. Capta a la perfección ese amor
perfecto, inocente y sincero; y convierte la película en un poético
elogio al amor verdadero.
Una
delicia que para algunos puede resultar demasiado azucarada y ñoña, pero para mi no.
8/10
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