miércoles, 20 de mayo de 2015

De tal padre, tal hijo (Soshite chichi ni naru, 2013) de Hirokazu Koreeda

Ryoata, un arquitecto obsesionado por el éxito profesional, vive felizmente con su esposa y su hijo de seis años; pero su mundo se viene abajo cuando los responsables del hospital donde nació su hijo le comunican que, debido a una confusión, el niño fue cambiado por otro.


Emotiva película sobre la relación padre-hijo y los nuevos valores que dominan el pensamiento y el modo de vida del mundo moderno. El protagonista absoluto es Ryoda, un hombre rico, inteligente y trabajador incansable que no tiene tiempo para su familia. Ryoda tiene unos valores firmes y claros, valora sobre todas las cosas la independencia, el conocimiento, el trabajo, la inteligencia, la madurez, la seriedad, la competitividad y la riqueza como fin último y valor máximo. Todos estos valores le serán cuestionados cuando conozca la familia que acoge a su hijo biológico.


Ryoda pretende transmitir todos sus valores a su hijo ya desde su infancia, lo que lo convierte en un padre estricto además de ausente. Por ello, nunca consigue un verdadero lazo con su hijo. Se trata de un hombre deshumanizado, sus valores pasan por encima de los sentimientos de todos los demás, al igual que su trabajo pasa por encima de sus seres queridos. Se cree superior por ser rico y trabajador, y cree que eso le da derecho a criar a los dos niños a su manera, pues se cree el portador de toda la verdad y necesita demostrar su superioridad en todo.


Pero Ryoda recibe una bofetada, pues reconoce que es peor padre que un hombre que resulta un perdedor incapaz de competir con él. Ryoda reconoce que no tiene un verdadero lazo con su hijo, y que este parece estar más feliz y en sintonía con la otra familia.

El conflicto de valores que sufre el padre nos enseña a valorar mucho más los lazos familiares y las amistades, por encima de todo los demás, que son valores prefabricados por una sociedad caníbal que prima el valor económica por el emocional, social o moral, y que con ello encumbra valores destructivos para la persona y su entorno.


La película tiene un ritmo pausado amenizado con una emotiva banda sonora a piano y está ilustrada en tonos neutros y apagados. Su fotografía es bastante buena, pero su música es exquisita.

Película emotiva, dura pero dulce, que fluye con reposo y se deja madurar en nuestras mentes. Una humilde delicia.


8/10


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