En
México, a principios del siglo XX, el humilde cura Nazarín comparte
su pobreza con los necesitados que habitan alrededor del mesón de
Chanfa. Después de proteger a una prostituta que provoca el incendio
del mesón, Nazarín se ve obligado a abandonar el lugar. A lo largo
de su camino, sus acciones, determinadas por su concepto de la
caridad cristiana, provocarán una serie de conflictos.
El
personaje de Nazarín es bastante curioso, se podría decir que es
una mezcla entre el Quijote y Jesucristo. Por un lado es idealista y
justiciero, pero esta desconectado de la sociedad, no es capaz de
predecir las consecuencias de sus actos. Por el otro, intenta seguir
los ideales y la forma de vida de Jesucristo al límite, ejerciendo
la ayuda al prójimo, viviendo en la pobreza y enseñando la palabra
de Dios. Completando la analogía con el Quijote, Ándara y Beatriz
pueden considerarse personajes análogos a Sancho Panza: siguen a
Nazarín porque lo admiran y quieren ser como él, pero no son tan
idealistas como él y nunca llegan a entenderlo del todo porque son
incapaces de desconectarse de la sociedad y de las costumbres e ideas
que conlleva.
Las
acciones de Nazarín siempre tienen resultados inesperados, y casi
siempre negativos: la quema del mesón, la pelea entre los
trabajadores de la obra, el rechazo de la confesión por parte de la
moribunda o el fracaso final. Con ello Buñuel parece apuntar a la
imposibilidad de la aplicación de las ideas y el modo de vida de
Jesucristo. Lo pone en boca del prisionero que ayuda a Nazarín,
ambos son inútiles, no contribuyen en nada al mundo, y él es el
malo por vivir del robo mientras Nazarín es el bueno por vivir de la
limosna, eso es lo único que lo separa.
Además,
es frecuente que Nazarín confíe en que la voluntad de Dios haga
justicia, pero durante su viaje, los malos resultados de su
acciones, la pobreza generalizada y la maldad de los demás parece
romper esa idea. El hecho de que nunca pueda hacer justicia, que el
azar rompa sus propósitos, socavan la voluntad divina. Un buen
ejemplo de la duda que nace en el corazón de Nazarín es la de la
cura de la niña enferma, en que las mujeres empiezan a gritar
desesperadas y a confiar en rituales supersticiosos, desesperadas por
el abandono de Dios en la desgracia absoluta. A la vez denuncia la
hipocresía de la Iglesia que rechaza a Nazarín, cuando deberían
apoyarlo, pues es el único que cumple con todo lo dicho por
Jesucristo.
La
fotografía de la película es sucia y barroca, falta de lirismo,
capta a la perfección la aspereza y la dureza de la pobreza. Los
paisajes áridos de México resultan perfectos. Buñuel, que tiene un
estilo muy extraño, una mezcla entre realismo y surrealismo, ofrece
una de sus películas más realista, con solo unas pocas escenas
surrealistas (algunos delirios y exageraciones premeditadas).
Contiene escenas muy impactantes, como la ya mencionada escena de las
mujeres gritando alrededor de la niña enferma y de Nazarín, las
escenas que transcurren en el pueblo afectado por la peste y la
portentosa escena final.
Una
de las mejores obras del maestro calandino, un obra más realista que
surrealista, barroca y áspera, expresiva y ascética ala vez, que
conforma una crítica mordaz al cristianismo en general. Magistral.
10/10
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