miércoles, 28 de enero de 2015

La venus de las pieles (La vénus a la fourrure, 2013) de Roman Polanski

Después de un día de audiciones a actrices para la obra que va a presentar, Thomas (Mathieu Amalric) se lamenta de la mediocridad de las candidatas; ninguna tiene la talla necesaria para el papel principal. En ese momento llega Vanda (Emmanuelle Seigner), un torbellino de energía que encarna todo lo que Thomas detesta: es vulgar, atolondrada y no retrocedería ante nada para obtener el papel. Pero cuando Thomas la deja probar suerte, queda perplejo y cautivado por la metamorfosis que experimenta la mujer: comprende perfectamente el personaje y conoce el guión de memoria.


Polanski, al igual que hizo con su anterior obra, Un dios salvaje, y con algunas de sus obras capitales, como Repulsión o Rosemary's Baby, vuelve a rodar una película casi en un solo escenario, un espacio cerrado, y con muy pocos actores (solo dos en este caso), demostrando una vez mas lo bien que se le da. En La venus de las pieles Polanski filma un relato lleno de paralelismos con la novela del mismo nombre que Thomas adapta, construyendo una obra sobre las perversiones sexuales, la identidad de género, la crisis artística y la lucha de géneros.


La obra de Polanski, dándole un giro a la novela original, consigue dar un vuelco a su evidente misoginia con una Vanda mucho más fuerte que la original, interpretada por una enorme Emannuelle Seigner. Además el personaje de Siegner está rodeado de una aura sobrenatural y mitológica, dado que posee una copia de la adaptación de Thomas, el cual afirma no haberla dado a nadie, que posea la ropa necesaria para el papel, incluso de la misma época, su enorme conocimiento de la obra y su misteriosa aparición. La Vanda de Siegner encarna a la misma Venus, diosa del amor y la belleza, pero también de la sensualidad y la crueldad, personaje mitológico poco explotado en la obra original, tal vez incluso desaprovechado, pero que con Polanski adquiere una nueva dimensión y añade al papel de Vanda una riqueza, una fuerza y un misterio del que carece la original.


Durante todo el metraje se desarrolla un combate dialéctico entre Thomas y Vanda durante el cual realidad y teatro se irán confundiendo mientras el personaje de Thomas se descompone y deja en evidencia su verdadera personalidad llena de caracteres reprimidos: fetichismo, homosexualidad, transexualidad y misoginia. Vanda, con su astucia y actitud vengativa, no solo logra poner en duda la identidad sexual de Thomas, sino también sus capacidades como artista, llevándolo al castigo final por su misoginia, concluyendo en un tramo final cerca del delirio, como si una diosa hubiese hecho de las suyas en el mundo terrenal.

La venus de las pieles es un obra potente, muy entretenida, llena de lecturas, cuidada al milímetro y con actuaciones de lujo. De lo mejor de lo que pudimos ver en el pasado 2013.


9/10


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