miércoles, 28 de enero de 2015

La culpa ajena (Broken blossoms, 1919) de David Wark Griffith

Una inocente joven que vive en un claustrofóbico ambiente en el barrio londinense de Limehouse, es brutalmente maltratada por su padre, un ex boxeador alcohólico. En este sórdido lugar, vive una historia de amor con un noble chino, que, incluso lejos de su tierra, trata de vivir conforme a su filosofía de paz y armonía, pero su idealista visión del mundo choca con la cruda realidad.


El director D.W. Griffith es de sobra conocido por todo cinéfilo que se precie, de la misma forma que cualquier cinéfilo sabe que su obra no es conocida por su valor artístico, sino por su valor histórico. Sus películas han envejecido muy mal: tramas poco fluidas y esquemáticas, personajes estereotipados y tremendamente sencillos, fotografía banal, etc.

La culpa ajena sufre todos estos males y, encima, esta bañada de esa aura de racismo que, por desgracia, muchas de las películas de Griffith poseían, como la celebre El nacimiento de una nación. Se podría pensar lo contrario dado que el personaje bueno cae sobre un chino, y tal vez era ese el mensaje que se quería transmitir, pero dado que éste es llama “El hombre amarillo”, es interpretado por un tal Richard Barthelmess (con un maquillaje que ahora mismo no da demasiado el pego), muestra conducta ridícula y estereotipada y conociendo el oscuro historial de Griffith, permitirme que lo dude bastante.


De todas formas La culpa ajena destaca por varios motivos. El primero es el hecho de desenvolver una trama sobre violencia de género y de situarlo en un ambiento oscuro y sórdido. Además, se agradece muchísimo que una película de esa época no utilizara el muy manido “final feliz”. Muestra, por tanto, una peculiar atmósfera depresiva poco frecuente en ese entonces. El segundo motivo para destacar la película es su corta duración, una hora y media, lejos de las aproximadamente tres horas que duraban las dos obras capitales del cineasta, El nacimiento de una nación e Intolerancia.


Es cierto que La culpa ajena no resulta tan innovadora como los grandes clásicos de Griffith, puesto que se rodó varios años después de que éste desplegara todo su genio, pero para quien quiera conocer la obra del gran pionero resulta bastante asequible y fácil de ver. Recomendable para aquel que quiera conocer la historia del cine y/o disfrute de estas viejas joyas.


6/10


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