miércoles, 3 de junio de 2015

Mad Max, salvajes de autopista (Mad Max, 1979) de George Miller

En un futuro posnuclear, Max Rockatansky, un policía encargado de la vigilancia de una autopista, tendrá que vérselas con unos criminales que actúan como vándalos, sembrando el pánico por las carreteras. Cuando, durante una persecución, Max acaba con Nightrider, el líder del violento grupo, el resto de la banda jura vengar su muerte.


Película de culto de acción en un futuro pos-apocalíptico que tuvo un gran éxito en su momento y se ha convertido en una de las película más emblemáticas del cine australiano. También impulsó la carrera de Mel Gibson y sirvió de inspiración para multitud de películas y para crear una nueva estética.

La trama es una simple ofensa-venganza y el protagonista un policía abrumado por la violencia que acaba desencadenando sus impulsos y descargándolos sobre sus enemigos. Nada especialmente nuevo. Lo que destaca en la película son las escena de acción, Miller sabe como transmitir la adrenalina de las carreras y la crudeza y brutalidad de un mundo corrupto y lleno de violencia.


El mayor problema de la película cae sobre la producción, aunque es un problema comprensible. Se supone que la película se sitúa en un mundo pos-apocalíptico, pero cuesta apreciarlos en sus escenarios, que parecen localizaciones normales de Australia, sin ninguna modificación, solo cuidando que se viera bastante sucio. Las siguientes entregas no volverían a caer en el mismo error. Por otro lado, los antagonistas, los motoristas, tienen una caracterización ridícula y muy desfasada.


Mad Max tiene buen ritmo, resulta trepidante y un entretenimiento de primer. Pero no destaca en nada más. Lo mas atractivo, sobretodo, es su mundo, si te gusta te encantara.


6/10


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