En
una isla viven los Borg: Johan (Max
von Sydow),
que es pintor, y su mujer Alma (Liv
Ullmann).
Sus vecinos, los siniestros Von Merken, poseen un círculo de
amistades tan escalofriante que Johan comienza a obsesionarse con la
idea de que los demonios lo acechan...
Bergman
con La hora del lobo filma la que seria su única película de
terror, pero, obviamente, no cualquier película de terror, sino
probablemente la mejor del “género” del terror psicológico. Y
es así por que tanto la trama como el origen de lo siniestro
provienen de la crisis personal por la que pasa Johan, alter ego del
propio Bergman. ¿Y es que qué es más terrorífico que nuestros
fantasmas interiores?
Dichos
fantasmas se ven personificados en extraños personajes, vecinos de
Johan y su mujer Alma, que no existen en la realidad sino en la mente
del propio Johan, y también en la de Alma. Con su porte burgués y
adinerado simbolizan el público y los mecenas para y por los que
vive Johan, los cuales con sus repentinas apariciones incrustaran en
su alma el miedo a perderlos y con ellos toda su vida al servicio del
arte.
Alma,
allá por el principio de la película, dice algo especialmente
revelador: “¿No es cierto que las personas que han vivido una vida
juntos se empiezan a parecer? Comparten tanto que su pensamientos y
caras tienen la misma expresión.” Justo esto es lo que ocurre a
Alma. Ella también ve a los fantasma, aunque no sean sus fantasmas.
Alma comparte las mismas angustias que su marido, preocupada por él,
pero la falta de comunicación entre ellos no le permite sanar el
problema. El problema de las relaciones de pareja, una constante en
Bergman, aparece aquí como causa y efecto de la crisis personal de
Johan, sobretodo cuando Verónica Vogler, la anterior amante de
Johan, entra en escena.
El
talento narrativo de Bergman se pone al servicio de una tenebrosa
atmósfera de la que destacan escenas como el ataque del niño a
Johan o el tramo final, verdaderamente espeluznante, y no solo en sus
imágenes, sino también en las retorcidas ideas que residen en
ellas. El propio Bergman constata su miedo a perder a su público y
lo que esto conlleva, es decir, la necesidad de destruir la propia
personalidad en busca de la satisfacción del público. Esto lleva al
castigo y la humillación de Johan, con clara reminiscencias
autobiográficas, por haberse traicionado a si mismo al caer
arrastrado por su propia debilidad.
La
hora del lobo, aún con su estatus de obra poco conocida, se
trata de una de las mejores películas del sueco más famoso del
cine, tanto por su profundidad como por su valor técnico, así como
por su innovación y experimentación, encontrando lo espeluznante en
lo dramático.
9/10
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