sábado, 18 de octubre de 2014

Madre e hijo (Mat i Syn, 1997) de Alexandr Sokurov

En una vieja casa aislada, situada en un fantasmagórico paraje campestre de tonalidades pictóricas, un joven (Aleksei Ananichnov) dispensa amorosas atenciones y cuidados a su madre gravemente enferma (Gudrun Geyer). En el que quizá sea su último paseo juntos, él la lleva en brazos, y ambos evocan melancólicamente el pasado.


Madre e hijo es una película extremadamente sencilla: 2 actores y una trama totalmente plana que no va más allá de lo ya expuesto en la sinopsis. Pero es que el valor de la película reside en sus imágenes que, cuidadas al milímetro, forman verdaderas obras de arte en cada fotograma. El uso de sonidos naturales durante casi todo el film, junto con los escasos acompañamientos musicales recuerdan al estilo del maestro Tarkovski, pero sin apropiarse excesivamente de éste. Todo ello contribuye a crear una atmósfera sobrecogedora y absorbente, que consigue atrapar pese a la falta de diálogos y de acontecimientos relevantes.


El film posee una sensibilidad pocas veces vista en el cine. Todo en el parece hecho para evocar una cierta melancolía, para reflejar en nosotros los sentimientos que azotan a la pareja protagonista. Tonos ocres y oscuros, imágenes distorsionadas de paisajes y un magistral uso del sonido y la música componen un maravilloso retrato de la tristeza y la desesperación. Sokurov no filma una historia, filma los sentimientos. Pero pese a la maestría compositiva que demuestra Sokurov, la falta total de argumento y la escasez de diálogos pasan factura a una película que no acaba de ser del todo redonda. Se trata de una película que pide mucho a sus espectadores, que deben dejarse llevar por las poderosas imágenes y contemplarla casi como si de un cuadro se tratase. Solo entonces se podrá disfrutar su visionado.


En definitiva, una película enigmática, sencilla, experimental, pero, sobretodo, bella. Pocas películas transmiten tanto, y con tan poco, como ésta. Una pelicula contemplativa y inclasificable que puede convertirse en una experiencia única, o en la hora más tediosa de tu vida. Habrá que verla para averiguarlo. A mi me ha cautivado.

9/10

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