miércoles, 5 de noviembre de 2014

La hora del lobo (Vargtimmen, 1968) de Ingmar Bergman


En una isla viven los Borg: Johan (Max von Sydow), que es pintor, y su mujer Alma (Liv Ullmann). Sus vecinos, los siniestros Von Merken, poseen un círculo de amistades tan escalofriante que Johan comienza a obsesionarse con la idea de que los demonios lo acechan...


Bergman con La hora del lobo filma la que seria su única película de terror, pero, obviamente, no cualquier película de terror, sino probablemente la mejor del “género” del terror psicológico. Y es así por que tanto la trama como el origen de lo siniestro provienen de la crisis personal por la que pasa Johan, alter ego del propio Bergman. ¿Y es que qué es más terrorífico que nuestros fantasmas interiores?

Dichos fantasmas se ven personificados en extraños personajes, vecinos de Johan y su mujer Alma, que no existen en la realidad sino en la mente del propio Johan, y también en la de Alma. Con su porte burgués y adinerado simbolizan el público y los mecenas para y por los que vive Johan, los cuales con sus repentinas apariciones incrustaran en su alma el miedo a perderlos y con ellos toda su vida al servicio del arte.


Alma, allá por el principio de la película, dice algo especialmente revelador: “¿No es cierto que las personas que han vivido una vida juntos se empiezan a parecer? Comparten tanto que su pensamientos y caras tienen la misma expresión.” Justo esto es lo que ocurre a Alma. Ella también ve a los fantasma, aunque no sean sus fantasmas. Alma comparte las mismas angustias que su marido, preocupada por él, pero la falta de comunicación entre ellos no le permite sanar el problema. El problema de las relaciones de pareja, una constante en Bergman, aparece aquí como causa y efecto de la crisis personal de Johan, sobretodo cuando Verónica Vogler, la anterior amante de Johan, entra en escena.


El talento narrativo de Bergman se pone al servicio de una tenebrosa atmósfera de la que destacan escenas como el ataque del niño a Johan o el tramo final, verdaderamente espeluznante, y no solo en sus imágenes, sino también en las retorcidas ideas que residen en ellas. El propio Bergman constata su miedo a perder a su público y lo que esto conlleva, es decir, la necesidad de destruir la propia personalidad en busca de la satisfacción del público. Esto lleva al castigo y la humillación de Johan, con clara reminiscencias autobiográficas, por haberse traicionado a si mismo al caer arrastrado por su propia debilidad.


La hora del lobo, aún con su estatus de obra poco conocida, se trata de una de las mejores películas del sueco más famoso del cine, tanto por su profundidad como por su valor técnico, así como por su innovación y experimentación, encontrando lo espeluznante en lo dramático.


9/10